El Espíritu del Señor está sobre mí
“El Espíritu
del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los
pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar
libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los
oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. Lucas 4:18-19
El evangelio
del Señor Jesús es de salvación y no de condenación, de libertad y no de
opresión, de buenas y no de malas noticias. Vemos a lo largo de los evangelios
que Él realizó muchas sanidades, perdonó pecados y liberó a personas atadas por
diversos espíritus. Cuando le preguntaron a los discípulos del Señor, por qué
Él comía con publicanos y pecadores, dice Mateo 9:12-13 “Al oír esto Jesús, les
dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y
aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he
venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento.»
Resulta que,
en la época de Jesús, los sacerdotes y maestros de la ley hacían muchos
sacrificios, rituales, fiestas y cosas llamativas para ser vistos y que la
sociedad pensara que eran temerosos de Dios, pero creían que personas como
publicanos, leprosos, prostitutas y otros afectados por el pecado, debían estar
aislados, para ellos, estás personas merecían castigo. Entonces por eso les sorprendía
que Jesús diciendo que era el Hijo de Dios y predicando la Palabra no hiciera
lo mismo que ellos hacían, de hecho, los confrontaba y en cierta ocasión los
comparó con sepulcros blanqueados, porque por fuera se mostraban hermosos, es
decir, justos a los hombres, pero por dentro estaban llenos de hipocresía e
iniquidad (Mateo 23:27-28).
Recordemos
que, a seguir la doctrina del Señor, es a lo que nosotros estamos llamados, a
predicar su evangelio, a que amemos al prójimo como a nosotros mismos. Se nos
ha dado el mismo Espíritu de Dios que estaba sobre Jesucristo, por eso, como
nos dice el versículo de hoy, nuestra misión es llevar la buena noticia a los
pobres, sanar a los quebrantados de corazón, anunciar libertad a los que por el
pecado están presos y oprimidos, dar vista a los ciegos espirituales y a
predicar que este nuevo año Dios quiere sanar, perdonar y liberar. Esto agrada
más a Dios que ritos y sacrificios externos.
Oración.
«Padre, que
tu gracia derramada en mí, tu amor y tu Espíritu sean los que obren cuando me crucé
con una persona necesitada de ti; ayúdame a no acusar, juzgar ni condenar;
recuérdame que yo me encontraba en la misma situación y que fue solo por tu
misericordia que fui perdonado, sanado, restaurado y ahora llamado tu hijo.
Gracias por amarnos tanto y enviar a Jesucristo para el perdón de nuestros
pecados. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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