La bendición de dar
“Mi Dios,
pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo
Jesús.” Filipenses 4:19
“Y poderoso
es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo
siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;”
2 Corintios 9:8
Cuando
nosotros, con buena voluntad y alegría, haciendo las cosas como para el Señor,
nos disponemos a dar con generosidad, Dios es tan bueno y maravilloso que
termina recompensando nuestros buenos frutos mucho más de lo que nosotros
pudiéramos imaginar. Cuando hablamos de dar, no es solamente a nuestro prójimo,
sino que también incluye a Dios; Él nos ha enseñado el principio del diezmo y
las ofrendas, que también envuelven de todo un poco, tiempo, enseñanza, dinero,
comida, ropa, atención, perdón, amor y todo aquello que tengamos a nuestro
alcance y que podamos dar o compartir con los demás.
El Señor
Jesús nos dijo en Lucas 6:38 “Dad, y se os dará; medida buena, apretada,
remecida y rebosando darán en vuestro regazo; porque con la misma medida con
que medís, os volverán a medir.” Así que, dar es una bendición, dar con
generosidad y alegría se transforma en una bendición mucho mayor para nosotros;
cuando nosotros damos de nuestros recursos a personas que sabemos que
probablemente no nos podrán devolver, es cuando más confiamos en la provisión y
las promesas de Dios, ya que con esta actitud estamos demostrando que creemos
en las recompensas y en las riquezas de Dios que, en Cristo Jesús, tiene para
nuestra bendición.
Nosotros, de
Dios recibimos todo cuanto tenemos y lo que nos pide el Señor es que, de la
misma manera que nosotros, por su bondad recibimos, así mismo compartamos. Sus
hijos no debemos ser codiciosos ni mezquinos, sino misericordiosos, haciendo el
bien a quien lo necesite, si tenemos la posibilidad de hacerlo. Dice la Palabra
de Dios en 2 Corintios 8:12 “Porque si primero hay la voluntad dispuesta, será
acepta según lo que uno tiene, no según lo que no tiene.” Así que, no es válido
compararnos con los demás, el Señor conoce todo de nosotros y lo más importante
es que cuando demos lo hagamos con alegría y conforme a lo que del Señor hemos
recibido, porque dice su Palabra que Él es poderoso y fiel para suplir todas y
cada una de nuestras necesidades emocionales, físicas y espirituales; por lo
que, la invitación es para que experimentemos la bendición de dar a Dios y a
los demás. Oración.
«Dios
todopoderoso, quiero tener un corazón como el tuyo, lleno de amor y
generosidad; tú no te reservas nada para conmigo, me bendices cada día con todo
lo necesario, por lo que te pido, que también pongas en mi corazón un
agradecimiento sincero que me lleve a devolverte lo que te corresponde, a dar a
quienes necesitan y a dejarme usar como instrumento de bendición para aquellas
personas que confían en tu fidelidad y provisión, en el nombre de Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último
de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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