La fe que
obra por el amor, parte 2
“Porque
vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la
libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los
otros. Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo”. Gálatas 5:13-14
¿Son los
mandatos de Dios, difíciles de cumplir? Si lo intentamos en nuestras fuerzas,
sí. Pero eso no es lo que nos ha dicho Dios, por el contrario, nos ha
suministrado su Santo Espíritu para que seamos guiados por Él.
Si somos
guiados por el Espíritu es porque nuestra fe ha sido puesta en Cristo que nos
justifica del pecado, y por esto ya no hay maldición por la cual preocuparnos;
nuestra única responsabilidad es vivir como Dios desea que vivamos, no siendo
esclavos del pecado, sino libres en el Espíritu, viviendo como Dios dice que
somos, libres para poner en acción la fe por amor.
Nuestra fe
nos dice que sirvamos por amor los unos a los otros, no estando en pleitos,
celos, adulterios, enemistades, envidias y demás obras de la carne, pues cuando
practicamos estas cosas volvemos a hacernos siervos del pecado que hace que nos
consumamos, maltratemos y destruyamos (Gálatas 5:13, 15).
Vivir en
libertad es vivir amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos, siendo
amorosos, llenos de alegría y de paz, teniendo paciencia, benignidad, bondad, y
aumentando nuestra fe, mansedumbre y templanza, pues dice la Escritura que
contra estas cosas no hay ley; es simplemente el fruto de vivir en la libertad
del Espíritu (Gálatas 5:22-23).
Por último,
la Palabra de Dios en Gálatas 6:2 nos exhorta a que sobrellevemos los unos las
cargas de los otros, y cumplamos así la ley de Cristo, la del amor. Entonces,
si algún hermano es visto en alguna falta, debemos corregirlo con toda
mansedumbre, teniendo en cuenta que nosotros también podemos fallar, no tenemos
por qué vanagloriarnos, irritarnos o envidiar a otros. Recordemos que de Dios
hemos recibido el Espíritu, para que por Él hagamos morir las obras de la carne
y a la vez nos da el poder para llevar una vida íntegra donde es posible amar a
Dios y al prójimo. Oración.
«Dios, pides
de mí una vida donde te ame con todo mi corazón, toda mi alma y toda mi mente,
así como también que ame a mi prójimo como a mí; y esto, la verdad es que
parece bien difícil, porque amarte significa hacer tu voluntad, y mi prójimo
suele hacer cosas que me ofenden. Pero qué bueno es saber, Dios, que no me
pides cosas que no puedo cumplir, sino que Tú me animas, me das el poder y
sobre todo el ejemplo. Gracias por Jesucristo que me enseña cómo hacerlo y
gracias por su Espíritu que mora en mí para que pueda vivir como Él vivió; en
Cristo Jesús, amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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