Conociendo a
Dios por su palabra
“Y aconteció
que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los
doctores de la ley, oyéndoles y preguntándoles. Y todos los que le oían, se
maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas (…) Y Jesús crecía en
sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.” Lucas
2:46-47,52.
Las
Escrituras nos revelan cómo Jesús, aun desde su niñez, dedicaba tiempo no solo
a la oración, sino también al aprendizaje de la palabra, pues le vemos aquí en
el evangelio de Lucas buscando intencionalmente el fortalecer de manera
correcta su relación con el Padre. Búsqueda que claramente lo condujo a crecer
en sabiduría y gracia para con Dios y los hombres.
Es así que
con su ejemplo se nos quiere motivar a que, al igual que Él, veamos como una
prioridad el escudriñar (a cualquier edad) su palabra, pues ¿cómo creceremos,
al igual que Jesús, en sabiduría y gracia delante de Dios si no le conocemos?
Cuando se
habla de conocer no se refiere al hecho de saber que existe Dios, sino a todo
lo que esto implica; y es que el conocer involucra una intimidad, una relación
de amistad. Por ejemplo, no podemos decir que a “x” o “y” persona la conocemos
sin haberle dedicado tiempo para interactuar, para oírle y hablar con ella. De
la misma manera sucede en nuestra relación con Dios, pues no podemos decir que
le conocemos si no pasamos tiempo de calidad con Él, si no hablamos con nuestro
Padre a través de la oración y si no le oímos cuando nos habla por medio de su
Santo Espíritu al escudriñar su palabra
¿Y por qué
todo esto es importante? Porque al no hacerlo estaremos dando paso a que en
nuestra mente se arraiguen conceptos erróneos de quién es Dios, qué hace, que
le agrada a Él, entre otros, tal como le aconteció a los fariseos y doctores de
la ley en el tiempo de Jesús, pues ellos creían conocer a Dios al haberse dedicado
por años a estudiar la Ley, pero verdaderamente ¿le conocían? Por supuesto que
no y lo podemos comprobar porque fueron ellos aquellos que rechazaron a Cristo,
a sus palabras, sus enseñanzas y terminaron pidiendo que el Señor fuese
crucificado. En ellos se muestra claramente el vivo ejemplo de lo que nos dice
Mateo 7:21-23a “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de
los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en
tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y
entonces les declararé: Nunca os conocí”. Y es que aquellos que se acercan a
Dios solo pensando que para conocerlo basta con tener información bíblica en
sus mentes, están viviendo de forma errada; pues si hay algo que el Señor
quiere son personas comprometidas con Él, que estén dispuestas a sumergirse en
su amor, a relacionarse diaria y permanentemente con Él, pero sobre todo a que
guarden sus palabras, no de forma intelectual, sino de manera experiencial, tal
como lo hizo nuestro Señor Jesús.
Hoy nuestro
Padre Celestial nos está exhortando hacia la importancia de conocerlo en
intimidad y si estamos dispuestos a hacerlo, como lo hizo Jesús, nos regala
esta promesa: “Hijo mío, si recibieres mis palabras, y mis mandamientos
guardares dentro de ti, haciendo estar atento tu oído a la sabiduría; si
inclinares tu corazón a la prudencia, si clamares a la inteligencia, y a la
prudencia dieres tu voz; si como a la plata la buscares, y la escudriñares como
a tesoros, entonces entenderás el temor de Jehová, y hallarás el conocimiento
de Dios. Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la
inteligencia.” (Proverbios 2:1-6). Oración.
Padre,
llévame a comprender cuán importante es meditar en tu palabra; la has dejado a
mi alcance para que yo realmente te conozca. Gracias porque cuando me dispongo
a escudriñar tus Escrituras no estoy solo, pues es tu Santo Espíritu quien me
enseña y me lleva a experimentar lo que dice el salmista: que mis acciones sean
un reflejo de tus decretos y que tu palabra sea un deleite diario para mi alma.
En el nombre de Jesús, amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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