Si oyes a
Dios, obedece
“Tomó, pues,
Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo
guardase. Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto
podrás comer; más del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque
el día que de él comieres, ciertamente morirás”. Génesis 2:15-17
“Pero la
serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios
había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: ¿No comáis de
todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles
del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto
dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la
serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que
comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el
bien y el mal”. Génesis 3:1-5
Qué fácil
resulta identificar los roles de cada persona cuando tenemos un panorama
completo de la situación. En el caso del libro de Génesis sabemos: Quién es el
bueno, Dios; quién es el malo, satanás que está disfrazado de serpiente; qué es
lo que hay que hacer, disfrutar de todo el Edén pero nunca comer del árbol de
la ciencia del bien y del mal; cuál fue la raíz del problema, desconfiar del mandato
dado por Dios; y cuál la consecuencia, muerte espiritual.
De esa forma
todo parece más sencillo y pensaremos: ¡pero ¡qué difícil es en nuestra
realidad! Dado que en esos momentos en los que debo tomar decisiones no es así
de fácil reconocer la voz de Dios, pues no solo están sus palabras, sino
también las que dice mi carne, mis familiares, amigos, vecinos y aún la del
enemigo. Y en medio de tantas voces no logro identificar cuál de todas es la de
Dios, porque al parecer la nitidez de sus palabras se van disipando poco a poco
en medio del ruido que hay a mi alrededor.
Pero Dios,
que es rico en misericordia y por el gran amor con que nos amó ha dejado a
nuestro alcance un arma espiritual tan poderosa, su palabra, que contiene la
clave que nos lleva a reconocer, con la ayuda del Espíritu Santo, la voz de
Dios.
La voz de
Dios es la que nos conduce, como dice Jeremías 29:11, a esos planes de
bienestar y no de calamidad, a fin de darnos un futuro y una esperanza. Son
planes que podemos reconocer fácilmente porque nos llevarán a experimentar el
fruto del Espíritu Santo, porque lo que Dios anhela es que vivamos llenos de:
“amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza”
Gálatas 5:22b-23a. Y como vemos, al ser un fruto del Espíritu Santo, lo
experimentaremos más y más a medida que vivamos y andemos por el Espíritu
(Gálatas 5:24-25), pues Él nos guiará a satisfacer no nuestros deseos carnales,
sino aquellos que son conforme a la buena, agradable y perfecta voluntad de
Dios.
Como vimos,
la voz de Dios no es la única que el hombre escucha, sino también otras como la
de la carne, el mundo y satanás; que quieren argumentar y levantarse contra el
conocimiento de Dios. Aquellas voces tienen la especialidad de disfrazar y
llamar a lo malo “bueno” y a lo bueno “malo” (Isaías 5:20); pero como dice
Mateo 7:16a “por sus frutos los conoceréis” y es que los frutos que querrán
impulsarnos a comer son aquellos que satisfacen nuestros propios deseos:
“adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías,
enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, envidias,
homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas” Gálatas 5:19b-21a,
frutos que solo nos llevarán a estar sujetos a pasiones desenfrenadas.
Así que, con
todo esto, lo que Dios nos quiere enseñar es que no solo basta con escuchar su
voz; pues Adán lo hizo y sin embargo, no obedeció; sino que escuchar a Dios nos
debe llevar a actuar en consecuencia, pues lo que Dios nos pide, de escucharle
y obedecerle de manera diaria, no es algo difícil de hacer.
Hermanos,
reflexionemos ¿cuál voz es la que escucharemos de ahora en adelante y por qué
fruto nos reconocerán? Sin duda alguna, la palabra de Dios nos da la guía para
saber qué hacer: “escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia;
amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a él; porque él es
vida para ti, y prolongación de tus días;” (Deuteronomio 30:19b-20a) Oración.
«Padre,
sabes que hay momentos en los que me cuesta identificar tu voz porque no he
nutrido mi espíritu como debería. Tu palabra dice que tus ovejas oyen tu voz,
tú las conoces y ellas te siguen, pero ¿cómo oiré tu voz si no medito en tu
palabra? Y ¿cómo te conoceré si no paso tiempo contigo? Perdona mi actuar Dios
y llévame a recordar y a buscar diariamente el fortalecer nuestra intimidad en
oración. En el nombre de Jesús, amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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