La
misericordia de Dios
«Porque los
ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar su poder a favor de los
que tienen corazón perfecto para con él», 2 Crónicas 16: 9a.
«Por eso
pues, ahora, dice Jehová, convertíos a mí con todo vuestro corazón, con ayuno y
lloro y lamento. Rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos, y convertíos a
Jehová vuestro Dios; porque misericordioso es y clemente, tardo para la ira y
grande en misericordia, y que se duele del castigo», Joel 2:13-14.
Sabemos que
Dios, nuestro Padre, es misericordioso. Con la misericordia el Señor se
compadece de nuestras angustias, de nuestras penas producidas por la
desobediencia y las circunstancias de la vida. Pero Él también es un Dios PODEROSO,
GRANDE Y FUERTE que promete su ayuda a quienes son fieles. Es decir, su
misericordia es dada para todo aquel que se acerca a sus pies y cree en Él,
pues su amor es tan grande que perdona y acoge a todos sus hijos; pero la ayuda
es para aquel que además de acercarse toma la decisión de vivir conforme a su
Palabra, quien decide serle fiel.
Tal vez
llevamos años pidiendo experimentar el poder de Dios, aprendiendo de su Palabra
pero sin hacerla realidad en nuestras vidas, por eso no hemos llegado al punto
donde Él nos quiere ver. ¿Fiel en qué? En todo, en las ganancias, en las
relaciones familiares, sentimentales, en nuestro trabajo, en el tiempo y en
nuestra relación con Él. Recordemos que todo esto es otorgado por Dios. La
reflexión hoy es: ¿quiero seguir viviendo solo de la misericordia de Dios o
quiero experimentar su poder y su ayuda, cuando le soy fiel? Oración.
«Señor,
gracias por tu misericordia, porque siempre nos tratas mejor de lo que nos
merecemos, queremos ser fieles en todo, porque tú siempre permaneces fiel.
Ayúdanos a caminar en rectitud, a saber, el camino por donde debemos andar y
enséñanos a hacer tu voluntad. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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