Cara a cara con el Señor
Éxodo 33:
11a “Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su
compañero.”
Éxodo
34:28-30a “Y él estuvo allí con Jehová cuarenta días y cuarenta noches; no
comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez
mandamientos. Y aconteció que descendiendo Moisés del monte Sinaí con las dos
tablas del testimonio en su mano, al descender del monte, no sabía Moisés que
la piel de su rostro resplandecía, después que hubo hablado con Dios.”
Cuando
leemos estos pasajes y vemos lo precioso y extraordinario que experimentó
Moisés al buscar a Dios, el poder hablar con Jehová cara a cara, el poder
conocerle en intimidad, el ser alimentado en su espíritu, etc., pensamos: qué
lindo sería que mis encuentros con Dios fueran así, en donde no solo pudiera
verle, sino también que al salir de ahí, mi familia, mis amigos y mis vecinos
me dijeran ¿por qué te resplandece tanto el rostro? Y con este tipo de
pensamientos podemos ver que en nuestra mente tenemos el concepto de que
nosotros no podríamos experimentar lo que Moisés, pues no somos como él. No
pasamos cuarenta días ayunando, a duras penas podremos hacerlo una hora, y con
gran dificultad, y por si fuera poco ¿quién soy yo para que Dios se manifieste
de esa forma? Pero ese es un concepto equivocado, pues si comprobamos lo que
dicen las Escrituras, tanto Moisés como nosotros podemos entrar a la presencia
de Dios, no por nuestras capacidades, sino solamente por la fe en Jesús, pues
Cristo es el único Camino que nos lleva al Padre. Es por esto que hoy podemos
comprender, que nosotros también tenemos acceso al Padre, podemos verle cara a
cara, escucharle y hablar con Él, y todo esto por medio de la fe en Jesús.
Pues es
gracias a Jesús que nosotros podemos:
Ser aceptos
delante de Dios: Efesios 1:6b-7 “nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos
redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”.
Ser hijos de
Dios: Juan 1:12 “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.
Conocer y
ver a Dios: Juan 14:7, 9b “Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y
desde ahora le conocéis, y le habéis visto… El que me ha visto a mí, ha visto
al Padre”.
Y por si
fuera poco, por Cristo ahora nosotros:
Tenemos al
Espíritu Santo de Dios y somos herederos de Dios: Gálatas 4:6-7 “Y por cuanto
sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual
clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también
heredero de Dios por medio de Cristo”.
Somos amados
por Dios: Romanos 5:5b “porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros
corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado”.
Estas y
muchas otras cosas más son las que Jesús nos ha entregado por medio de la fe en
Él. Por eso, cada vez que vayamos a esos encuentros con el Padre y vengan esos
pensamientos que nos hacen creer que la presencia de Dios no está en ese lugar,
y que no le podemos ver. Recordemos lo que Jesucristo nos enseñó, pues es
gracias a nuestra fe en Cristo que podemos decir que cuando oramos estamos
teniendo un encuentro cara a cara con Dios.
Oración.
«Padre, hoy
te alabo y te bendigo porque es solo por medio de tu Hijo Jesús que puedo
presentarme totalmente confiado delante de tu Trono y saber que tú me escuchas.
Sé que ha habido momentos en los que en mis pensamientos sale un no es posible
que tú estés aquí, pero cuando tu Espíritu Santo trae a mi memoria tu palabra
que dice que tú estás conmigo, que nunca me dejas y que siempre me sustentas
con la diestra de tu justicia y me aferro a ella, entonces mi corazón salta de
alegría y vuelve mi gozo, el gozo de tu salvación. Gracias te doy en el nombre
de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje
de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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