Hipocresía religiosa
“Entonces
habló Jesús a la gente y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se
sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que os digan que
guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque
dicen, y no hacen” Mateo 23:1-3
¿Por qué
Jesús enseñaba que ni sus discípulos ni la gente en general debían imitar el
comportamiento de los escribas y fariseos?, porque al examinarlos no encontraba
congruencia entre lo que enseñaban y lo que hacían, pues por fuera los fariseos
aparentaban tener justicia e integridad, pero por dentro solo estaban llenos de
robo, hipocresía e iniquidad.
¿Qué es lo
que origina que, tanto en los fariseos como en cualquier otra persona, se
comience a vivir bajo la hipocresía religiosa, esa que no nos conduce a andar
en integridad?, el orgullo, más conocido como soberbia, altivez o arrogancia;
pues este es el que nos impulsa a que cuando escuchamos la palabra de Dios no
la queramos practicar, ya que quita de nosotros la humildad, aquella que es la
que nos conducirá a admitir ante Dios que estamos actuando mal, que le
necesitamos para corregir nuestra manera de pensar, hablar y actuar, a fin de
andar en integridad.
Hermanos,
reflexionemos ¿estamos viviendo bajo la hipocresía religiosa? ¿Diría el Señor
de nosotros “escuchen lo que enseñan, mas no hagan conforme ellos, pues no
tienen congruencia a la hora de actuar”? Debemos recordar que nosotros no somos
como los fariseos, considerados como sepulcros blanqueados, pues por la fe en
Cristo y en su palabra hemos sido limpiados y lo que ahora nos corresponde
hacer es permanecer en Él (Juan 15:3-4), para que la obra de Jesús sea la que
se refleje en nuestro exterior y entonces ser conocidos como personas con
autoridad e integridad, al igual que nuestro Señor, pero ¿cómo se hace esto?,
encuentra la respuesta en el siguiente devocional. Oración.
«Padre,
quiero que en mí haya congruencia en todo tiempo, pues no quiero ser como
aquellos fariseos que por fuera lucían hermosos, pero en su interior eran como
sepulcros; quiero aprender de tu Hijo, quien en todo momento practicaba lo que
enseñaba. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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