Si crees
verás la gloria de Dios
“Entonces
Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en
casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no
habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo
dará. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará
en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y
la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y
cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he
creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”, Juan
11:20-27
Las
Escrituras nos revelan la amistad que tanto Marta, María y Lázaro tenían con
Jesús, y es que tal era su cercanía que vemos cómo la palabra nos menciona que
el Señor les amaba (Juan 11:5). Y al leer esto seguramente se pasará por
nuestra mente, pero si Jesús les amaba ¿por qué no corrió al llamado de Marta y
María cuando le solicitaban? Porque su llamado era de vida o muerte, pero vemos
que lo que el Señor decide hacer no es ir a Betania, sino, quedarse dos días
más en el lugar donde se encontraba. Y dirás, qué identificado me siento con
este relato pues ¿cuántas veces he clamado a Dios por una respuesta, y al igual
que Marta y María, he quedado a la espera y no llega? Tal vez en nuestro caso
han sido no solo días, sino meses, años de espera.
Pero cuando
al fin llega ¿cómo reaccionamos? ¿Como Marta o María? Saldríamos corriendo a
los brazos de Jesús con un reclamo preparado o ahogados en llanto diciendo: “Señor,
si hubieras estado aquí” cuando te llamé, cuando te necesité, no estaría
pasando esto, has llegado demasiado tarde.
O tal vez,
¿ya no reaccionamos? Pues como Lázaro, en nosotros ya no hay llanto, ni dolor,
más bien pequeñas tumbas en donde están encerradas nuestras emociones, pues ya
toda esperanza está como muerta.
Sin embargo,
con cualquiera de estos tres personajes que nos identifiquemos, lo primero que
quiere recordarnos Dios es que Él nos ama; así como Jesús manifestó que amó a
Marta, a María y a Lázaro; Él nos lo manifiesta a nosotros, más que con
palabras, con su gran acto de amor (Juan 3:16). Y podemos no solo decir que nos
ama, sino también que está en y con nosotros, pues Él no nos ha dejado
huérfanos (Juan 14:16-18). ¿Y por qué es importante tenerlo presente? Porque al
igual que Jesús estuvo con María y su hermana en medio de la tristeza,
entendiendo su dolor, llorando con ella; así mismo lo hace con nosotros,
comprende nuestra difícil situación, pero no nos deja sumergirnos en la
tristeza, pues con su palabra siempre nos recuerda que debemos recobrar el
ánimo: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios
que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi
justicia” Isaías 41:10.
Y aun cuando
nuestras emociones nos digan que debemos dejar morir toda esperanza, el Señor
nos trae a la memoria su palabra pues quiere que nuestra vida sea reconfortada
y que tengamos viva nuestra esperanza en Él: “Hubiera yo desmayado, si no
creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a
Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová” Salmos
27:13-14.
Hermanos,
hoy Dios nos quiere recordar que el Señor no ha retardado su respuesta, ni sus
promesas, solo está probando nuestra fe, pues quiere que permanezcamos firmes
en Él; independientemente si ha llegado o no una respuesta; pues es solo por fe
que veremos la gloria de Dios. Oración.
«Padre, hoy
entiendo que tú has estado en todo momento conmigo, que eres fiel con tus
promesas cuando me dices que nunca me dejarás, ni me abandonarás y que siempre
me sustentarás con la diestra de tu justicia. Gracias Dios por tu fidelidad,
por sujetarme con tu mano poderosa en medio de la dificultad. Ayúdame a
permanecer siempre firme en fe, a no desfallecer y a esperar pacientemente en
ti. En el nombre de Jesús, amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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