Sin fe no
hay esperanza
“¡Oh Jehová,
esperanza de Israel! todos los que te dejan serán avergonzados; y los que se
apartan de mí serán escritos en el polvo, porque dejaron a Jehová, manantial de
aguas vivas”. Jeremías 17:13
“Porque yo
sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de
paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Jeremías 29:11
Empezando un
nuevo año una de las cosas que más anhelamos es tener esperanza, hablar de
esperanza es hablar de nuestro futuro, de lo que queremos ver realizado en
nuestra vida. No podemos hablar de esperanza si Dios no es el eje de ella, el
que guía cada una de nuestras áreas. No podemos vivir separados de la fuente de
la vida, del que nos inyecta un propósito para estar en esta tierra.
El propósito
trae esperanza, si no sabemos qué es lo que Dios quiere de nosotros y hacia
dónde vamos con Él, perdemos el sentido de nuestra existencia. Dios es nuestra
esperanza por eso el alejarse de Él hace que perdamos la ruta, y no podamos
conocer sus planes que son mejores que los nuestros.
Preguntémonos:
¿Qué cosas han robado nuestra esperanza? En estos tiempos que vivimos, muchos
han perdido la esperanza, por la pandemia, los seres queridos que han
fallecido, las enfermedades, las dificultades económicas por las que estamos
atravesando, por los hogares que han fracasado en su intento de estar unidos,
por no poder congregarnos en la iglesia o porque nuestra fe se ha opacado, etc.
Cada uno de nosotros conoce lo que nos ha desesperanzado, pero no podemos
simplemente quedarnos inertes sin hacer algo al respecto.
Lo primero
es volver a colocar nuestra mirada en el Señor, nuestra esperanza segura,
porque todos nuestros tiempos están en sus manos, Él conoce nuestra vida,
nuestras luchas y nunca nos ha fallado. Nuestra esperanza está vinculada con la
fe, ¿cuánto le creemos a Dios independientemente de las circunstancias? Si
tenemos fe, tendremos certeza en el presente y una expectativa firme para el
futuro. Recordemos Hebreos 11:1 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se
espera, la convicción de lo que no se ve”.
Cuando
pensamos sin esperanza, pensamos en lo malo y no estamos seguros en Dios. El
Señor hoy nos anima a que descansemos en Él y su palabra, porque sus
pensamientos son de paz y no de mal, para darnos el fin que esperamos.
Hermanos, en las manos de Dios incluso lo que parece mal es para bien, por eso
recuerda esta promesa y anímate. Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su
propósito son llamados”. Oración.
«Señor
Jesucristo, muchas veces no estoy preparado para lo que viene más adelante, las
circunstancias pueden robarme la esperanza, pero cuando te veo a ti, afirmo mi
fe porque sé que nunca me dejarás, ni me desampararás. Has prometido un fin
seguro para todos los que te amamos y confiamos en ti. Mantén mi mirada puesta
en ti, porque tú eres mi esperanza y mi fuente de vida. He orado en el nombre
precioso de Jesús. Amén.
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