Hacia la
madurez
“estando
persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará
hasta el día de Jesucristo” Filipenses 1:6
“Y esto pido
en oración, que vuestro amor abunde aún más y más en ciencia y en todo
conocimiento, para que aprobéis lo mejor, a fin de que seáis sinceros e
irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por
medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”. Filipenses 1:9-11
¿Podemos
crecer hacia la madurez espiritual? Ciertamente sí, porque la palabra de Dios
lo afirma; lo que debemos entender es que es un proceso, por eso se alcanza
paulatinamente. No debemos desanimarnos cuando vemos que nos falta por lograr
mucho en algunas áreas de nuestra vida, debemos estar persuadidos como lo dice
la Biblia, que el que comenzó en nosotros la buena obra, no la dejará
inconclusa, sino que la perfeccionará hasta el día que Jesucristo regrese.
Cuando Pablo
escribió esta carta, estaba en la cárcel y es notable su tono de gozo a pesar
de estar pasando por esa situación. Pablo experimentó gozo en el Señor, esta es
una marca de madurez; porque la experiencia cristiana no es externa sino
interna, no depende de las circunstancias. Las situaciones que vivimos pueden
convertirse en una cárcel, si no podemos salir de ellas, o en una escuela si
nos están enseñando a desarrollar nuestra vida.
La iglesia
de Filipos no tenía grandes problemas, tenía una sana doctrina, una buena
convivencia y estaba sujeta a las instrucciones de Pablo, por eso sobrevivió a
las persecuciones del primer siglo. Pablo les enseñó tres cosas para crecer:
Toda obra
que Dios empieza la acabará. Para Él no existe el tiempo, la puede culminar en
su momento. Lo único que puede frenar lo que está haciendo en nosotros, es que
no creamos, porque, aunque tenemos al Espíritu Santo que nos impulsa cada día a
crecer, podemos estorbar nuestro crecimiento con descuidos como: no nutrirnos
con la palabra de Dios, albergar pecado sin confesar, falta de comunión con
Dios y con otros creyentes, cuando no nos apoyamos en Dios y no enfrentamos las
pruebas con confianza en Él.
La madurez
se vive en comunión con otros. La manera como tratamos a los demás, con
paciencia y amor, demuestra nuestra madurez. Cuando hay celos y contiendas
falta madurez en la iglesia.
La madurez
es fruto del amor y el buen juicio como lo dice Pablo. La madurez es la
combinación del amor y el entendimiento. Él pide a Dios que los filipenses
abunden en amor, conocimiento y juicio, y el resultado es que no tendrán que
avergonzarse porque serán irreprensibles y llevarán fruto para la gloria de
Dios.
Tres consejos
sabios para que evaluemos cómo está nuestro crecimiento espiritual y si estamos
alcanzando madurez. Oración.
«Amado
Señor, el camino hacia la madurez incluye combinar el amor y el entendimiento
en un balance perfecto. Quiero, Espíritu Santo, que me llenes de tu fruto y que
quites de mí todo estorbo que yo ponga en la obra que Dios está haciendo
conmigo. Jesús, deseo crecer en comunión contigo e irme perfeccionando en ti,
para que me encuentres irreprensible en tu regreso. En Cristo Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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