Optimismo en
la adversidad
“Jehová es
mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de
quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis
angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y
cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón; aunque
contra mí se levante guerra, yo estaré confiado”. Salmo 27:1-3
Mas Jehová
está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me persiguen tropezarán,
y no prevalecerán; serán avergonzados en gran manera, porque no prosperarán;
tendrán perpetua confusión que jamás será olvidada. Jeremías 20:11
La actitud
que asumimos frente a la adversidad determinará la manera en que reaccionemos.
David supo enfrentar la adversidad con optimismo por eso dijo: “no temerá mi
corazón”, “yo estaré confiado”. En medio de la crisis que podía significar la
muerte para él, no se dejó derrotar por el temor. En su noche oscura ve a Dios
como su luz, su salvación y su fortaleza.
La fe en
Dios es la que nos permitirá controlar nuestras emociones frente a los
problemas que tengamos, ya sean económicos, de trabajo, familiares, de salud,
persecuciones por nuestra fe, etc. Recordemos Hebreos 13:5-6 que dice: “Sean
vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él
dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir
confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el
hombre”.
Debemos
manifestar nuestra fe con optimismo, con tenacidad, no debemos dejar que
nuestra mente se llene de pensamientos negativos porque hemos colocado nuestra
vida en manos del Señor. Debemos confiar en su providencia. La palabra de Dios
dice: “Por tanto, Jehová esperará para tener piedad de vosotros y, por tanto,
será exaltado teniendo de vosotros misericordia; porque Jehová es Dios justo;
bienaventurados todos los que confían en él”. Isaías 30:18.
Que una
afirmación fuerte de confianza en Dios, basada en nuestra relación personal con
Él, nazca en nuestro corazón porque nos provee una triple defensa. Es nuestra
luz que disipa toda oscuridad, nuestra salvación que enfatiza la habilidad de
Dios para dar victoria, a pesar de las fuerzas en contra y nuestra fortaleza
porque es el refugio donde podemos sentirnos seguros. Oración.
«Señor, en
estos momentos que estoy enfrentando adversidades, que me siento triste y en
incertidumbre, quiero decirte como David “en el día que temo, yo en ti confío”,
coloco mis ojos en ti, que eres mi luz, mi salvación y mi alto refugio, quiero
esconderme bajo la sombra de tus alas, con la plena certeza de que me cuidarás.
Y como dice tu palabra, tú estás conmigo como poderoso gigante, por tanto, los
que me persiguen tropezarán, tendrán perpetua confusión que jamás será
olvidada. En el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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