La actitud para acercarnos a Dios
“Y se le
apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él
miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces
Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no
se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la
zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: No te
acerques; quita tu calzado de tus pies, porque el lugar en que tú estás, tierra
santa es”. Éxodo 3:2-5
Este pasaje
nos recuerda nuestra actitud al acercarnos a Dios. Moisés al intentar llegar
hasta la zarza ardiendo tuvo que entender que estaba ante Dios. El lugar era
santo, por eso Él le dijo que se quitara las sandalias de sus pies, tenía que
quitar todo lo impuro para poder entrar en su presencia santa. Toda santidad
implica pureza y separación de lo profano, el quitarse el calzado era un acto
de humillarse y vaciarse de lo terrenal para que el Señor lo llenara, el descalzarse
es un símbolo de humildad y respeto a la Majestad divina.
Esto debe
recordarnos que, aunque Jesús nos abrió un camino nuevo para acercarnos a la
presencia del Padre con confianza, a través de su sangre preciosa que nos
purificó y nos hizo santos, Dios ve nuestro corazón y la intención con la que
le buscamos. Dice su palabra en Hebreos 10:19-22: “Así que, hermanos, teniendo
libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el
camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y
teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón
sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala
conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”.
No podemos
llegar a su presencia descuidadamente sin antes confesar nuestros pecados y
permitir que nos limpie de toda maldad para que no haya ningún estorbo en
nuestra comunión con Él, por eso con humildad debemos reconocer que somos
pecadores y que le hemos fallado. Solo así podremos entonces tener la confianza
para estar delante de Él. Como nos lo dice Hebreos 4:15-16 “Porque no tenemos
un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno
que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos,
pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar
gracia para el oportuno socorro”.
Acerquémonos
entonces sin hipocresía, en verdad y con un corazón perfecto, sin dudas, porque
hemos sido purificados con la sangre de Cristo, conscientes de que nuestra
culpa fue quitada. Oración.
«Amado Jesús
gracias por mostrarme al Dios Padre a través de tu vida, fue en la cruz que
revelaste totalmente la grandeza de su amor por mí. Al rasgarse el velo del
lugar santísimo quedó abierto el acceso a su presencia, en el momento en que tu
cuerpo fue rasgado en la cruz del calvario por mi pecado, abriste el camino
para poder acercarme confiadamente al trono de gracia, a la presencia viva y
santa de mi Dios. Gracias por tu sangre preciosa que me limpió de todos mis
pecados. En el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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