Promesa para año nuevo
“Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que
queréis, y
os será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto,
y seáis así
mis discípulos. Como el Padre me ha amado, así también yo os he
amado;
permaneced en mi amor.”, Juan 15:7-9
¿Quién no
quiere tener una vida plena, exitosa y feliz y que todos nuestros deseos
se hagan
realidad? la Biblia nos enseña que el más interesado en que esto suceda
es Dios.
Pero ¿qué es verdaderamente el éxito? El éxito no tiene nada que ver con
tener
dinero, fama, poder o belleza, va más allá de lo material e involucra cada
parte
de nuestro
ser: espíritu, alma y cuerpo:
1. Con
respecto al espíritu, el éxito se traduce en alcanzar la sabiduría de lo
alto, que
empieza a crecer en nosotros desde el momento que cedemos el
control a
Dios y rendimos nuestra voluntad a lo que dice su palabra, de esta
forma
recogemos el fruto de la obediencia y de la fe en un Dios Soberano y
Todopoderoso
que nos ama y quiere lo mejor para nosotros.
2. Sobre el
alma (que involucra emociones, intelecto y voluntad), el éxito consiste
en alcanzar
un carácter bien formado, que no se deje llevar por la corriente
de este
mundo, ni por las debilidades de la carne. Un carácter disciplinado y
valiente que
anteponga las cosas de Dios por encima de las propias.
3. En
relación con el cuerpo, el éxito consiste en tener salud, muchas sonrisas y
sean pocos o
muchos, buenos y felices años de vida junto a los seres más
amados.
Recordemos
que no hemos elegido a Dios, sino que Él nos eligió a nosotros en
Cristo y nos
creó para que tengamos una vida fructífera, pero así como las frutas de
un árbol no
pueden llevar fruto por sí mismas sino permanecen en el árbol, así
tampoco
nosotros podemos llevar fruto si no permanecemos en Dios, Jesucristo es el
árbol y nosotros los frutos, si permanecemos en Él y Él en nosotros llevaremos
mucho fruto,
porque sin Él nada podemos hacer. Si permanecemos en Jesús
sabremos qué
pedir a Dios y según su promesa Él lo hará.
Hubo un
hombre en la Biblia llamado Habes al que Dios le dio lo que pidió, su
oración fue
esta: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu
mano
estuviera conmigo, y me libraras del mal, para que no me dañe!
Que en este
nuevo año nuestro más grande deseo sea buscar el reino de Dios y su
justicia, y
con toda seguridad Dios añadirá a nuestra vida bendición sobreabundante. Oración.
«Señor
Jesús, ¡Si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano
estuviera
conmigo, y me libraras del mal, para que no me dañé…! Ayúdame a
permanecer
en ti y que tus palabras permanezcan en mí. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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