Pasión por
la vida
“Regocijaos
en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” Filipenses 4: 4
El secreto
de una vida plena y exitosa nos lo revela el apóstol en el versículo anterior.
Este corto versículo es un llamado a que cambiemos de actitud ante las diversas
circunstancias de la vida, sobre todo hacia aquellas que no nos gustan, que son
adversas o que simplemente nos toca vivir. Dios tiene un propósito maravilloso
para nuestra vida, pero no lo descubriremos si todo el tiempo nos estamos
quejando o lamentando por lo que no tenemos. La invitación es que estemos
agradecidos con lo que tenemos, a sentir pasión por la vida y por el propósito
que Dios nos ha dado en nuestro efímero paso por la tierra.
En
Colosenses 3: 23- 24 El apóstol Pablo añade a este tema: “Y todo lo que hagáis,
hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del
Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor
servís”. El único que le puede dar sentido a lo que hacemos es aquel que nos
creó y nos creó con el propósito de darle la gloria. Darle gloria a Dios nos
lleva a la plenitud, a la cúspide de nuestra existencia. La pasión por la vida
tiene que ver con el deseo intenso, vehemente, vital y ardiente de hacer la
voluntad de nuestro Padre Celestial, de servirlo y amarlo con todo el corazón y
con toda el alma. La pasión por la vida y por hacer la voluntad de Dios es el
resultado de un profundo conocimiento del único Dios verdadero, de una relación
de amor con el Creador del universo.
¿Cómo
regocijarnos en todo, si no entendemos que aún los problemas nos ayudan a bien?
¿Cómo hacer las cosas de corazón para Dios si ni siquiera lo conocemos? La
clave de todo está en su palabra y en la oración, entre más busquemos a Dios,
más lo conoceremos y entre más lo conozcamos más le amaremos y estaremos
satisfechos y felices de servirle y de darle toda la gloria a Él. Oración.
«Señor
Jesucristo, tu amor por mí no conoce límites, derramaste hasta la última gota
de sangre por mí. Que tu Espíritu me lleve a conocerte y de esta forma amarte
como te lo mereces: con todo el corazón y con toda el alma. Quiero aprender a
regocijarme en todo tiempo y sentir pasión por esta maravillosa vida que me has
dado. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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