La victoria
viene de Dios
“Si Dios no
edifica la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Dios no guarda la
ciudad, en vano vela la guardia”. Salmos 127: 1.
A veces
estamos tan ocupados en solucionar nuestros problemas, en forjar nuestro futuro
y en cumplir nuestras metas que nos olvidamos de la única cosa necesaria en la
vida del hombre: nuestra relación con Dios; cambiamos su presencia que es la
luz de nuestra vida, por los afanes y preocupaciones de este mundo. Nos
apegamos a lo terrenal que con toda seguridad desaparecerá y quitamos los ojos
de lo eterno. No se trata de no trabajar, de no velar, de no esforzarse, se
trata de esto: que sin dejar de ser diligentes, seamos dependientes de nuestro
Padre Celestial. El libro de proverbios nos dice que el caballo se prepara para
el día de la batalla, pero Dios es quien da la victoria (Proverbios 21:31).
Tenemos en
el rey David un ejemplo de diligencia, pero también de dependencia total de
Dios, cuando se enfrentó con un gigante guerrero le dijo: “Tú vienes contra mí
con espada, lanza y jabalina; pero yo voy contra ti en el nombre de Dios […] Él
te entregará hoy en mis manos y yo te venceré y te cortaré la cabeza […]; y
toda esta congregación sabrá que Dios no salva con espada ni con lanza, porque
de Dios es la batalla y él los entregará en nuestras manos” (1 Samuel 17,
45-47). Cuando David llegó a ser rey de Israel, estuvo muy ocupado siempre, de
su labor dependía la prosperidad y seguridad de toda una nación pero no por
esto dejó de buscar a Dios de todo su corazón. Él afirmó: “Porque mejor es un
día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de
la casa de mi Dios, que habitar en las moradas de maldad” (Salmo 84:10). Dios
le respaldó, enderezó sus sendas torcidas, y lo llamó un hombre conforme a su
corazón.
David puso a
Dios en el primer lugar de su corazón y Dios puso a David en el primer lugar de
su reino. Oración.
«Amado Jesús
todos mis esfuerzos humanos son vanos sin tu guía y dirección, alumbra mis
caminos con la luz de tu palabra, solo tú puedes darme la victoria. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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