Un nuevo
nacimiento
“No fue encubierto
de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui formado, y entretejido en lo más
profundo de la tierra. Mi embrión vio tus ojos, y en tu libro estaban escritas
todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas” Salmos
139:15-16.
“He aquí,
herencia de Jehová son los hijos; cosa de estima el fruto del vientre” Salmo
127:3.
Cuan hermoso
y esperado es el nacimiento de un niño, que viene a alegrar y a ser de
bendición para toda familia. Nunca será un error el nacimiento de un nuevo ser,
porque Dios lo está entretejiendo en el vientre de su madre. El Dios creador
diseñó todos los mecanismos, para que fueran luego formadas todas las cosas
necesarias.
Solo podemos
alabar al Todopoderoso y afirmar: ¡Te alabaré; ¡porque formidables,
maravillosas son tus obras! (Salmos 139:14).
El salmo de
hoy afirma que los hijos son herencia del Señor, una recompensa que estamos
llamados a cuidar y a proteger con amor; desde el momento mismo de la
concepción tenemos este maravilloso compromiso ante tal bendición.
La mejor
protección y amor que podemos brindar a los hijos y a las futuras generaciones
es enseñarles la Palabra de Dios, para que los niños crezcan y se fortalezcan,
y sean llenos de sabiduría; y para que la gracia de Dios sea sobre ellos (Lucas
2:40).
Esta
instrucción hará que el niño cuando sea adulto se mantenga en el camino de bien
y bendición que Dios tiene preparado para él en Cristo Jesús (Proverbios 22:6). Oración.
«Padre,
gracias por tus maravillas, por tu gran amor que expandes a todo ser, dando
vida y dándonos el privilegio de ser administradores de todas las bendiciones
que nos provees, en el nombre de Jesús. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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