Acuérdate
del día de reposo para santificarlo. Parte 2
“Acuérdate
del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu
obra; más el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra
alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia,
ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo
Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y
reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo sant
ificó.
” Éxodo
20:8-11 RVR 1960
Con el
cuarto mandamiento, se nos muestra un principio que el mundo actual en sus
afanes ya no respeta y que como supimos ayer es un regalo de Dios para
nosotros.
El
mandamiento de guardar el día de reposo anunciaba o guardaba en sí, la gran
salvación que habría de venir, era sombra de la bendición que venía, que es
Cristo mismo (Colosenses 2:16-17).
Cuando el
Señor Jesús murió en la cruz y resucitó, se cumplió el hecho de que en él
tenemos nuestro descanso, pues Cristo es el Señor del día de reposo (Marcos
2:28) y ahora mora en nuestro corazón por medio de la fe. Desde ese día que
resucitó, su iglesia, por la que derramó su preciosa sangre, se congrega el
primer dia de la semana para conmemorar el suceso más importante de nuestra
vida (Hechos 20:7, 1 Corintios 16:2), donde perseveramos en la doctrina de los
apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las
oraciones (Hechos 2:42) y también hablamos entre nosotros con salmos, con
himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en nuestro corazón
(Efesios 5:19). Es decir, es en la congregación de hermanos, redimidos por la
sangre de Cristo, que practicamos el amar, el enseñar y el servir, y con esto
experimentamos el descanso o reposo en Cristo Jesús.
Sin embargo,
hoy en día, muchos no se congregan, no descansan ni siquiera un solo día, se
trabaja de domingo a domingo y no se comparte tiempo con la familia natural ni
menos con la familia de la fe, lo que trae consecuencias terribles para nuestra
vida espiritual, familiar y por supuesto nuestra salud.
Con este
mandamiento Dios nos recuerda que de nada sirve afanarse, pues es a sus hijos,
los que confían en Cristo, que dará el Señor el descanso verdadero y su vida
será productiva pues al tener a Dios edificando con nosotros, todo lo que
construimos es para nuestro bien (Salmos 127:1-2) Oración Padre, quiero disfrutar del descanso
que me das, estando en comunión con mis hermanos en Cristo, alabándote y
colocando en práctica el amor, la enseñanza y el servicio que me proveen en tu
iglesia. Por amor a Cristo. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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