Amor demostrado
“Entonces
una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa
en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás
de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los
enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.
Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera
profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es
pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que
decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le
debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué
pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?” Lucas 7:37-47
Como
pecadores que somos tenemos dos maneras de acercarnos a Cristo. Esta historia
revela dos actitudes de mente y corazón. Simón estaba frente a Jesús pero no
tocó su corazón, no se reconocía necesitado de nada y por lo tanto no sentía
amor, se consideraba bueno y respetable ante los ojos de Jesús, aunque estaba
al lado de Él, estaba totalmente distante. Esto nos recuerda lo que dice la
Palabra de Dios. Mateo 15:8 “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón
está lejos de mí”.
Contrario a
la mujer que reconoció su profunda necesidad de salvación y por lo tanto inundó
de amor a Jesús, con gratitud genuina en su corazón y mostrando un acto de
servicio generoso hacia aquel que podía suplirla y por eso recibió el perdón.
Siendo todos
igualmente deudores, todos hemos sido perdonados y cuando hemos recibido mucho,
amamos mucho y esto debe traducirse en gratitud y servicio hacia Jesús. La
mujer honró a Cristo ungiéndolo, derramando sobre Él lo más costoso que tenía,
su perfume, era todo lo que podía ofrecerle y lo hizo con una actitud contrita
y humilde hacia su Salvador. Simón, por otro lado, no demostró amor, no se
esmeró en tratar a Jesús como un huésped de honor, como una señal de respeto y
estima.
Cualquier
cosa que hagamos, que tenga apariencia de virtud, no es más que hipocresía
cuando es ejecutada sin amor. No se puede concebir la vida en Cristo sin amor.
Pensemos en maneras de motivarnos a realizar actos de amor y buenas acciones,
de tener gratitud como un acto de servicio desinteresado y generoso hacia Dios
y hacia otros. Como dice 1 Juan 3:18 “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de
lengua, sino de hecho y en verdad”.
El amor es
la prueba de que una persona ha recibido perdón, y que cuanto más se le perdone
más amará. Amar es la expresión de mostrar gratitud al Señor por todo lo que ha
hecho por nosotros. Sólo los que reconocen la profundidad de su pecado pueden
apreciar todo el perdón que Jesús nos ha dado.
Hay muchas
maneras de mostrar gratitud a Dios y una de ellas es cumplir su propósito en
nuestra vida, haciendo su voluntad, compartiendo su Palabra y amando al prójimo
como a nosotros mismos. Oración.
«Gracias
Jesús, por perdonarme y amarme tal como soy, por llenar mi corazón de amor y
gratitud por la obra que hiciste por mí en la cruz. Me perdonaste, me salvaste
y cambiaste mi vida. Quiero que mi gratitud sea más que palabras bonitas, que
la pueda demostrar con actos de servicio generoso, de bendición y amor hacia ti
y hacia otros. Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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