Ser. Parte 1
“Aconteció que,
yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su
casa. Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los
pies de Jesús, oía su palabra. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres,
y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir
sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta,
afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solo una cosa es necesaria; y
María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” Lucas 10:38-42.
“Y se le
apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él
miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces
Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no
se quema” Éxodo 3:2-3.
Nuestra
prioridad en la vida debe ser el ser, y por esto es trascendental atender lo
que nos revela la escritura, sobre el tiempo que dedicamos en la intimidad de
la oración fortalece nuestro ser interior, por el Espíritu Santo que nos ha
sido dado; por eso debemos orar a Dios pidiendo lo que dice en Efesios 3:16,
“para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecido con
poder en el hombre interior por su Espíritu”.
Miremos en
la escritura algo impresionante:
“Pero Jesús,
sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo:
¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y
estaba también con ellos Judas, el que le entregaba. Cuando les dijo: Yo soy,
retrocedieron, y cayeron a tierra” (S. Juan 18:4-6); el mismo Dios poderoso, el
YO SOY que se reveló en la zarza ardiente (Éxodo 3:13-14), ahora se muestra en
la plenitud de Cristo, por esta razón estos hombres cayeron ante su presencia
cuando dijo “soy yo”, “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la
Deidad” (Colosenses 2:9).
Nosotros al
escuchar su Palabra debemos caer rendidos a sus pies, porque el YO SOY, por
medio de la fe en Jesucristo, ahora habita en nosotros, (somos como esa zarza
ardiente que no se consumía) y solo en la intimidad de su presencia nuestro ser
es fortalecido por el poder de su Espíritu Santo. Somos porque Él es.
Entonces,
así como María, ¿has escogido la buena parte, la cual no te será quitada que es
estar en su presencia y fortalecer tu ser?
Oración.
«Señor Jesús
hoy me rindo a la voz de tu Espíritu, me he encontrado a mí porque tú me has
buscado pues estaba perdido y me has encontrado para darme vida eterna,
propósito y paz interior. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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