Se
proclamará en las azoteas
“Porque nada hay encubierto, que no haya de descu
brirse; ni oculto, que no haya de saberse. Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas, a la luz se oirá; y lo que habéis hablado al oído en los aposentos, se proclamará en las azoteas.” Lucas 12:2-3.
“Así que, no
los temáis; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni
oculto, que no haya de saberse. Lo que os digo en tinieblas, decidlo en la luz;
y lo que oís al oído, proclamadlo desde las azoteas.” Mateo 10:26-27
¿Y qué es lo
que ha sido encubierto? ¿Qué es aquello que se gritará desde los techos para
que todo el mundo lo oiga?
El evangelio
de gracia y justicia de Cristo, que libera los corazones de la culpabilidad y
de la esclavitud del pecado, porque la ley es justa pero no provee justicia al
hombre, la ley es santa pero no produce santidad, el Espíritu de Cristo que
ahora mora en nuestros corazones, es el que produce en nosotros toda santidad y
coloca en acción la justicia que hemos recibido de Cristo (Gálatas 3:10 y
Romanos 8:9).
Esto lo
corrobora el capítulo 5 de Romanos y nos enseña que: “Pues si por la
transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno
solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la
justicia” (Romanos 5:17); los que recibimos la abundancia de gracia y del don
de la justicia ¿sobre qué reinaremos?, la respuesta es: sobre el pecado,
“porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino
bajo la gracia” (Romanos 6:14).
La gracia
provee lo que las justas demandas de la ley exigen, ambas deben ser predicadas
y enseñadas en su contexto, para que entendamos la inmensa e inefable obra de
Cristo en la cruz.
Pero es
momento de que vayamos hacia la madurez espiritual y prediquemos este mensaje a
toda criatura, como lo dicen los siguientes versículos, enfatizando este
misterio que ha sido ahora revelado por la escritura: “para que sean consolados
sus corazones, unidos en amor, hasta alcanzar todas las riquezas de pleno
entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de Cristo, en
quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento”
(Colosenses 2:2-3).
Hermanos,
recibamos esta abundante gracia y el don de justicia, para que andemos en amor
y en la luz de Cristo; en consecuencia, que ni aun se nombre entre nosotros,
como conviene a santos, fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni palabras
deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, ni ningún otro pecado (Efesios
5:1-8). Oración.
«Padre, solo
puedo alabarte y agradecerte por la obra maravillosa de Cristo en la cruz; por
esto, hoy quiero recibir y experimentar toda tu gracia y don de justicia en
Cristo Jesús, amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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