Esfuerzos
sin Dios
“Entonces
Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me
desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos
estaban reunidos en Micmas, 12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra
mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y
ofrecí holocausto.” 1 Samuel 13:11-12
El pasaje de
hoy está en el contexto de una guerra de Israel contra los filisteos, el pueblo
está a punto de ser atacado por un gran ejército numeroso, como la arena que
está en la orilla del mar, pero Dios había dado instrucciones a Saul, por medio
del profeta Samuel, que esperara siete días. Sin embargo, Saul al verse
acorralado por sus enemigos y presionado por el temor del pueblo decide actuar,
llevado por su desespero, y en su propia fuerza ofrece holocausto para contar
con el favor de Dios. En el momento que termina de hacer el sacrificio para
Dios, llega el profeta y le pregunta ¿qué has hecho? Saúl, por su parte,
justifica su actuar y el profeta le aclara que ha actuado locamente, que no ha
guardado el mandamiento del Señor, que su reino no será duradero y Dios ya ha
buscado otro hombre conforme a su corazón.
Vemos un
duro castigo para Saúl y podríamos inferir rápidamente que no es para tanto;
pero, si observamos los detalles en la profundidad que nos revela la palabra de
Dios, vemos que Saul actúa independiente de Dios y que, en vez de reconocer su
pecado, se excusa diciendo “Me esforcé”.
Saul no
solamente se coloca en lugar de Samuel, ofreciendo el holocausto que le
correspondía hacer al profeta por orden divina, sino que demuestra una falta de
confianza en Dios al no esperar según sus instrucciones.
No se trata
de no ser diligente, pero esta diligencia debe estar alineada con la voluntad
de Dios, ¿de qué sirve ser diligente si este actuar está en contra de la
palabra de Dios? La escritura nos confirma este principio “Porque nadie será
fuerte por su propia fuerza” (1 Samuel 2:9b), precisamente revelado por Dios
años atrás a la madre del profeta Samuel.
Sin embargo,
a pesar del pecado de Saul, Dios le da una nueva oportunidad de confiar en su
palabra y obedecerle; esto está narrado más adelante, en primera de Samuel
capítulo quince, pero Sául nuevamente desobedece las instrucciones, las cumple
a medias, y nuevamente se justifica haciendo responsable al pueblo y no
reconoce su mal actuar (1 Samuel 15:15.)
“Ciertamente
el obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que la grosura
de los carneros” (1 Samuel 15:22b), es una palabra contundente que fue dicha a
Saul, a causa de su obstinada rebeldía, y que debemos tener presente en nuestra
vida para estar atentos a escuchar y obedecer al evangelio, el cual nos enseña
a confiar plenamente en lo que Dios hace, no en nuestras propias fuerzas, y a
que en cada situación esperemos el actuar de Dios en nuestra vidas y no nuestro
actuar independiente de Él.
Esperemos en
Él, en el poder de su fuerza, en lo que Él hará por medio de su Espíritu que
vive en todo creyente por fe en Cristo, pues “Él da esfuerzo al cansado, y
multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas” (Isaías 40:29). Oración.
«Señor,
enséñame a confiar en ti, aun en las cosas más pequeñas, cuando pienso que todo
está bajo control y que en mi fuerza lo puedo hacer, quiero mejor confiar en
ti, en que me llenes de tu Espíritu para hacer de acuerdo a tu voluntad y no a
mi propia justicia. En el nombre de Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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