Enviados a
predicar las buenas nuevas
“¿Cómo,
pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo
predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los
pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!” Romanos
10:14-15.
Cuatro
preguntas que no pueden pasar desapercibidas y que la Biblia responde, pero que
nos invitan a reflexionar sobre nuestro propósito en la vida, el cual está
fuertemente ligado con la gran comisión, que nos dice “y que se predicase en su
nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones,
comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:47-48).
Muchos no
conocen a Jesús, han escuchado tal vez de Él, pero desconocen su obra y lo más
importante, lo que hace Cristo en la vida de cada persona que lo recibe como
Señor y Salvador; si no han escuchado el verdadero evangelio no pueden tener fe
y si no tienen fe no pueden ser salvados para tener vida eterna, como nos
explica la palabra de Dios respecto a los que sí escuchan y creen: “En él
también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra
salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de
la promesa,” (Efesios 1:13).
Si hemos
creído, estamos llamados sin duda a hablar: “Pero teniendo el mismo espíritu de
fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también
creemos, por lo cual también hablamos,” (2 Corintios 4:13).
De la misma
manera, también roguemos que el Señor envíe obreros a predicar el evangelio y
sirvamos a Dios en todo aquello que contribuya a que se extienda y se entienda
el mensaje de arrepentimiento, perdón de pecados, fe, gracia y amor que Dios
dispuso para la salvación del hombre, porque como dice la escritura “El Señor
no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente
para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento.” (2 Pedro 3:9). Oración.
«Padre,
envíame a mí, aquí estoy dispuesto a llevar el mensaje de salvación, para que
todo aquel que crea en Cristo no muera en sus pecados, sino que tenga vida
eterna; lléname del poder de tu santo Espíritu para que con toda diligencia y
pasión pueda ser un mensajero eficaz, mostrando primeramente que Cristo mora en
mí. En el nombre de Jesús, amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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