Tu Palabra,
fuego que quema y martillo que golpea. Parte 1
“El profeta
que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra, cuente
mi palabra verdadera. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová.
¿No es mi
palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?”
Jeremías 23:28-29
Jeremías
aquí hace una comparación de la Palabra de Dios, en primer lugar, con el trigo,
ya que la función esencial de ella, es la salvación de los hombres, por eso se
le llama alimento espiritual, nos nutrimos de sus verdades para una vida nueva
y eterna. La verdadera Palabra de Dios es como el trigo; es sustancia y tiene
el poder de nutrir y multiplicarse. No es como la paja que no tiene sustancia y
es de poca ayuda.
También se
dice de ella que es fuego que quema y martillo que golpea nuestra vida, lo que
implica corrección, porque consume nuestro interior para purificarlo y
refinarlo. Nos golpea para romper en pedazos lo que no sirve en nosotros y
moldearnos a la imagen de Cristo. Pero, también es un martillo para los que la
rechazan porque puede quebrantar el corazón más duro que una roca y hacer que
se vuelva a Dios. El corazón del ser humano puede ser derretido ante el fuego
de la Palabra y ser quebrantado por ella como martillo.
El poder de
la Palabra de Dios es como fuego, no deja sin efecto al que se expone a ella,
como dice 2 Corintios 2:16-17 “a éstos ciertamente olor de muerte para muerte,
y a aquéllos olor de vida para vida. Y para estas cosas, ¿quién es suficiente?
Pues no somos como muchos, que medran falsificando la palabra de Dios, sino
que, con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en
Cristo”.
Están
entonces aquellos que abrazamos con reverencia la Palabra de Dios y, a medida
que crecemos, somos transformados por la fe en ella, pues es un fuego que
refina y pule nuestras vidas; y un martillo que moldea nuestro carácter
cristiano, para hacernos vasos de honra.
Pero,
aquellos que rechazan la Palabra de Dios, no son dignos de sus beneficios, por
el contrario, se vuelve para ellos fuego que los consume y martillo que los
rompe en pedazos, ya que no reciben la gracia que ella ofrece, sino que
descubren la dureza de la Palabra frente a la perversidad de sus corazones.
La Palabra
de Dios solo puede hacer la obra para la que es enviada, con la ayuda del
Espíritu Santo, porque es quien puede aplicarla a nuestra vida, ya sea como
trigo, fuego o martillo. Permitamos a nuestro Ayudador que nos limpie y nos
disponga para que nuestro corazón sea una tierra fértil donde la Palabra sea
sembrada y dé mucho fruto. Oración.
«Amado
Señor, compartir tu evangelio es una gran responsabilidad, ya que la forma como
lo presente, alentará a la gente a aceptarte o a rechazarte. Por eso quiero
vivirlo y la única manera es dejando que tu Palabra sea en primer lugar ese
trigo que me alimenta para crecer espiritualmente, pero también ese fuego que
purifica mi interior y ese martillo que me golpea para romper y quebrantar lo
que no sirve en mí. Transfórmame en un vaso de honra para ti. En nombre de
Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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