Pon guarda a mi boca Señor
“Pon guarda
a mi boca, oh Jehová; guarda la puerta de mis labios”. Salmos 141:3
“Si alguno
se cree religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su
corazón, la religión del tal es vana”. Santiago 1:26
Hoy
reflexionemos sobre nuestras palabras, sobre lo que sale de nuestra boca, pues
con ellas muchas veces ofendemos, o realizamos afirmaciones inexactas,
cometemos actos de imprudencia y terminamos generando conflictos.
Como dice en
proverbios 21:23 “El que guarda su boca y su lengua, su alma guarda de
angustias”; necesitamos aprender a aplicar el dominio propio en lo que decimos,
pues así evitaremos muchas dificultades con nuestro prójimo.
No se trata
de que deliberadamente callemos en todo, ni tampoco que no dialoguemos, sino
que seamos sabios al hablar, prudentes y precisos al emitir un concepto. La
Palabra de Dios nos da una clave para aplicar este autocontrol de nuestra
lengua, y es, que no salga de nuestra boca ninguna palabra corrompida y que lo
que digamos sea para la necesaria edificación (Efesios 4:29). Podemos
preguntarnos entonces, ¿cuándo hablamos decimos palabras groseras, ofensivas o
mentirosas? ¿Lo que hablamos edifica o destruye?
Dos
preguntas que podemos hacernos y que nos llevan a que hoy pidamos a Dios
sabiduría para callar cuando es prudente hacerlo y para hablar con amor,
guiados por la verdad, con el fin de edificar y no de destruir. Oración.
«Padre, con
tu Espíritu, ayúdame a ejercer dominio propio sobre lo que digo, que lo que
salga de mi boca sea para levantar, estimular, animar al bien y a la bondad, no
para ofender, destruir o desanimar. Gracias por tu Palabra que me enseña a ser
sabio en lo que digo. En el nombre de Jesús. Amén.
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