La meta de
nuestra fe
“Porque para mí el vivir e
s Cristo, y el morir es ganancia.” Filipenses 1:21
“Hermanos,
yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando
ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo
a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
Filipenses 3:13-14
La meta de
nuestra fe no es ganar el mundo sino ganar a Cristo, es decir, reflejar en
nuestra propia vida su carácter, su amor y ser hallados en él, no en nuestra
propia justicia (Filipenses 3:9). Pues sea que nos quedemos o nos vayamos de
esta tierra, el tener la seguridad de que vivimos o morimos para Cristo, debe
ser nuestra alegría y nuestra motivación para levantarnos cada día.
¿Cuál es la
meta con la que te levantaste hoy?
Si te
levantaste motivado por trabajar, por adquirir cosas materiales o por ganar el
mundo, recordemos que nuestro Señor Jesús nos enseña que: “Porque ¿qué
aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué
recompensa dará el hombre por su alma?” (Mateo 16:26).
Si bien
necesitamos de la provisión de Dios, en cuanto a las cosas materiales, y
podemos pedirle conforme a su voluntad por ellas, nuestra finalidad es buscar
primeramente el reino de Dios y su justicia y lo demás será añadido por el
Señor (Mateo 6:33), teniendo presente que cada día nos levantamos con la
actitud de alcanzar no un fin material sino una meta espiritual, “No que lo
haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro
asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús.” (Filipenses
3:12).
Es decir,
seguimos adelante, sin pensar que ya somos perfectos, sino que avanzamos
esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús nos alcanzó a nosotros
primero. Por esta razón debemos esforzarnos, olvidando o dejando atrás toda
carga, como nos enseña el Espíritu por medio de la vida del Apóstol Pablo:
“prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.”
(Filipenses 3:14).
Hermanos,
cada meta se logra con pequeños pasos, por eso, que cada paso sea uno de fe,
guiado por el Espíritu que mora en nosotros los creyentes, y que nuestra
motivación diaria sea levantarnos para reflejar a Cristo, glorificando su
nombre por medio de nuestro testimonio de vida. Oración.
«Padre,
amado Señor, hoy quiero levantarme revisando mis prioridades, y quiero pedirte
que con la guía de tu Espíritu me lleves a alcanzar primeramente las metas
espirituales, de modo que, por medio de la fe, pueda reflejar todo el amor de
Cristo. Padre eterno te lo pido en el nombre de Jesucristo Tu Hijo Amen. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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