La familia
de Dios
“Así que ya
no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y
miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles
y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,” Efesios
2:19-20
La iglesia
no es una opción para un verdadero cristiano, es la misma familia de Dios,
donde crecemos y nos edificamos mutuamente sobre el fundamento que dejaron
escrito en la Biblia, inspirados por el Espíritu de Dios, los apóstoles y los
profetas.
Por esto,
toda reunión de personas o congregación, debe tener como fundamento y autoridad
máxima la Palabra de Dios y como cabeza principal a Cristo mismo. Quien no se
somete a la Palabra de Dios, ¿cómo puede someterse a Cristo? Él mismo lo indicó
en el evangelio de Juan 14:23: “Respondió Jesús y le dijo: El que me ama, mi
palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con
él”.
En
obediencia a su evangelio, al recibir a Jesús como nuestro Señor y Salvador
(Juan 1:12-13), hemos sido hechos parte de la familia de Dios, “siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1:23).
Este nuevo
nacimiento ha sido categóricamente confirmado por Dios, al sellarnos con su
Santo Espíritu, quien mora en todo creyente y que nos da el poder para dar
testimonio del Padre que ahora tenemos, y nos confiere todo el potencial, la
fuerza, la conciencia y el ánimo para vivir en santidad (2 Timoteo 1:7-9). Este
hecho lo podemos confirmar por el amor que se expresa en nosotros los creyentes
hacia nuestros semejantes, porque dice Romanos 13:8 “No debáis a nadie nada,
sino el amaro unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”.
Así que
hermano, ¿estás en una congregación? Y si estás en ella, ¿el fundamento de esta
congregación es la Palabra de Dios y la autoridad máxima es el mismo Cristo?
¿Estás colocando en práctica el amor a tu prójimo? Oración.
«Gracias
Padre, porque me colocaste en tu familia, ahora soy tu hijo gracias a mi fe en
Cristo, quiero vivir de acuerdo al llamamiento santo que me hiciste, expresando
a mis semejantes el mismo amor que me diste. En el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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