Aprendiendo
a alabar al Señor
“Pero a
medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los
oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los
cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las
puertas, y las cadenas de todos se soltaron.” Hechos 16:25-26
“El rey no
se salva por la multitud del ejército, Ni escapa el valiente por la mucha
fuerza. Vano para salvarse es el caballo; La grandeza de su fuerza a nadie
podrá librar. He aquí el ojo de Jehová sobre los que le temen, Sobre los que
esperan en su misericordia.” Salmos 33:16-18
La alabanza
la vemos en el Antiguo Testamento como una herramienta de guerra en contra de
los enemigos del pueblo de Dios, y ¿Por qué?, porque la victoria del pueblo de
Israel no era con caballo, ni con ejército, ni por la fuerza de sus hombres,
sino por el poder de Dios, que se manifestaba en la confianza que depositaban
en la intervención divina, aún en los momentos más difíciles. (2 Crónicas
20:22, Josué 6:20).
Y esta fe la
expresaban con alabanza, pero ¿cómo podían alabar a Dios si estaban a punto de
iniciar una batalla o pasando por momentos difíciles? Lo podemos ver en Pablo y
Silas, luego de que los azotaron y los encierran, físicamente estaban
encadenados, pero su espíritu y su alma eran libres para alabar al Señor. Es
precisamente este el punto de atención que debemos tener en cuenta; alabamos a
Dios por lo que somos en Cristo, y si Cristo está en nosotros, hemos sido
hechos para levantar su nombre, exaltarlo y glorificarlo aún en medio de la
aflicción.
Hermanos, a
este sentir debemos llegar como creyentes, a alabarle, darle gracias aun cuando
todo parece triste y gris, porque nuestro gozo no depende de las circunstancias
sino de su Espíritu obrando libremente por medio de nuestras vidas. Entonces,
es cuando podemos imitar lo que su pueblo vivió en las batallas, la
manifestación de su Espíritu; y declarar ante los enemigos de nuestra alma:
“Con él está el brazo de carne, más con nosotros está Jehová nuestro Dios para
ayudarnos y pelear nuestras batallas.” (2 Crónicas 32: 8a). Oración.
«Padre, sé
que estás conmigo en mis batallas, que peleas por medio de tu Espíritu en
contra de los enemigos de mi alma, para darme la victoria y concederme paz,
para que nada frene el propósito que has colocado en mí por medio de Cristo
Jesús, Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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