Padeciendo como cristianos. Parte 1
“Amados, no
os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa
extraña os aconteciese, sino gozaos por cuanto sois participantes de los
padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os
gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois
bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros.
Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es
glorificado. Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o
malhechor, o por entremeterse en lo ajeno; pero si alguno padece como
cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello. Porque es tiempo
de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por
nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen el evangelio de Dios?”
1 Pedro 4:12-17
Debemos
considerar que los juicios vienen debido a las consecuencias del pecado. La
Palabra de Dios anticipa con anterioridad el juicio a los moradores de la
tierra por la enfermedad más grave, mortal y contagiosa, el pecado. Dice Isaías
24:4-5 “Se destruyó, cayó la tierra; enfermó, cayó el mundo; enfermaron los
altos pueblos de la tierra. Y la tierra se contaminó bajo sus moradores; porque
traspasaron las leyes, falsearon el derecho, quebrantaron el pacto sempiterno.”
Y de este juicio no está libre ninguno, en Isaías 24:2 dice “Y sucederá así
como al pueblo, también al sacerdote; como al siervo, así a su amo; como a la
criada, a su ama; como al que compra, al que vende; como al que presta, al que
toma prestado; como al que da a logro, así al que lo recibe.” Esto lo estamos
viendo en la actualidad con la proliferación de enfermedades, violencia y
muerte.
Pero si
nadie está exento, ¿qué sucede con los hijos de Dios, con la iglesia del Señor?
¿Acaso no somos su especial tesoro? Debemos reflexionar entonces que “Ahora,
pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no
andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.” Romanos 8:1. Si bien
hemos sido librados de toda condenación por medio de nuestra fe en Cristo, es
precisamente el andar en la carne, satisfaciendo los deseos propios, viviendo
como vive el mundo, lo que hace que caigamos de la gracia, porque la escritura
nos enseña “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos.” Gálatas 5:24.
Es decir,
que Dios nos llama a apartarnos de las malas prácticas del mundo, nos redarguye
a no ser cómplices de su forma de vivir y a que vivamos de acuerdo al llamado
que hemos recibido de parte de Dios, como lo anuncia el apóstol Pedro “sino,
como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra
manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.” 1 Pedro
1:15-16. Oración.
«Padre,
gracias porque sé que me proteges y tu Espíritu me guía a toda verdad; ayúdame
a vivir apartado del pecado y a vivir según mi nueva naturaleza en Cristo, en
amor y santidad para que, incluso por medio de mis dificultades, tu nombre sea
glorificado. En el nombre de Jesús, amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario