La fidelidad a Dios
“¡Oh almas
adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios?
Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de
Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: ¿El Espíritu que él ha hecho
morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da mayor gracia. Por esto
dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes. Someteos, pues,
a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros”. Santiago 4:4-7
El apóstol
Santiago comienza esta exhortación con una dura palabra, “almas adúlteras”, es
decir “infieles” y lo dice con contundencia, porque amar a este mundo es
enemistarse con Dios. Para los que hemos creído en Jesús y hemos vuelto en
amistad con nuestro Padre, es difícil llevarse bien con el mundo, porque si
seguimos sus ideas, deseos y placeres, nos convertimos de inmediato en
adúlteros espirituales. Por eso, la Escritura nos dice que Dios nos anhela
celosamente, no quiere compartirnos, pues somos suyos.
En el
antiguo Testamento la idea es que el Señor es el esposo de su pueblo Israel
como dice Isaías 54: 5 “Porque tu marido es tu Hacedor; Jehová de los ejércitos
es su nombre; y tu Redentor, el Santo de Israel; Dios de toda la tierra será
llamado”. Y en el Nuevo Testamento se dice que Jesús es el esposo de su
iglesia; Pablo usa la misma alegoría del matrimonio y presenta a la iglesia
como la prometida de Cristo, 2 Corintios 11:2 dice “Porque os celo con celo de
Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen
pura a Cristo”.
En la cita
Bíblica de hoy Santiago muestra el peligro en que podemos caer al apartarnos de
Jesús cuando somos seducidos por el mundo. Esta manera de decirlo quizá
escandalice a muchos, pero es una manera de expresar que al desobedecer a Dios
es como romper una promesa matrimonial y que todo pecado es contra el amor de
Dios y quebranta su corazón.
Jesús
también dijo en Marcos 8:38 “Porque el que se avergonzare de mí y de mis
palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del Hombre se
avergonzará también de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los santos
ángeles”. Habla de un pueblo adúltero que puede avergonzarse de Él.
Cuando
pecamos somos redargüidos por el Espíritu Santo. Al respecto nos dice Santiago
“El Espíritu que Dios ha hecho morar en nosotros celosamente anhela la plena
devoción de nuestros corazones”. El Señor tiene el derecho exclusivo a recibir
toda nuestra adoración porque nos amó, nos rescató, nos compró con su sangre
preciosa. Dios nos hace una gran demanda de devoción y fidelidad, pero también
nos da una gran gracia para poder cumplirla. El gran ejemplo y la gran
inspiración es Jesús en las tentaciones, quien fue fiel hasta el fin, dejando
claro que el diablo no es invencible, ya que cuando se enfrenta con la Palabra
de Dios, tiene que huir. Cuando somos fieles y humildes debemos pelear nuestras
batallas contra el tentador con el poder de Dios, no con nuestro propio poder. Oración.
«Amado
Señor, hazme siempre fiel a ti, que nada en este mundo seduzca mi corazón para
apartarme de ti. Quiero adorarte y darte mi devoción y entender que me das la
gracia suficiente para vencer todas las tentaciones, Quiero escuchar tu voz que
me aconseja por medio de tu Santo Espíritu. En Cristo Jesús, Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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