Edificación mutua. Parte 1
“rogando que
de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para
ir a vosotros. Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin
de que seáis confirmados; esto es, para ser mutuamente confortados por la fe
que nos es común a vosotros y a mí.” Romanos 1:10-12
Siendo Pablo
un apóstol escogido según el propósito de Dios en Cristo (2 Timoteo 1:1), que
había tenido un encuentro personal con el Señor Jesús, y le había sido dada
gran revelación y conocimiento de Dios (2 Corintios 12:2-4), necesitaba ser
mutuamente confortado en la fe, por otros hermanos; por esto, anhelaba tener un
contacto presencial con la congregación.
Por esto,
Dios nos ha colocado en un cuerpo espiritual a todos los creyentes en Cristo,
llamado iglesia, donde Él ha dispuesto dar diferentes dones a cada miembro para
edificación mutua. Esto quiere decir que nos necesitamos unos a otros para
crecer, para no estancarnos, pues el don, la función o la tarea que tiene otro
hermano, es necesaria para nuestro crecimiento, para nuestra consolación, para
fortalecer las rodillas endebles, o incluso para que en el amor de Cristo
sobrellevemos los unos, las cargas de los otros, (Gálatas 6:2).
No importa
si ese hermano se ve más débil, tal vez el más callado, lo que el Espíritu le
dio a él, es necesario para nosotros y es de gran bendición para nuestra vida,
como enseña la Palabra de Dios: “Antes bien los miembros del cuerpo que parecen
más débiles, son los más necesarios;” (1 Corintios 12:22); así que seamos
considerados los unos con los otros, estemos atentos y con toda expectativa en
cuanto a lo que tiene cada miembro para dar, como ratifica la escritura: “¿Qué
hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene
doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo
para edificación.” (1 Corintios 14:26).
Oración.
«Padre,
gracias por que, en el propósito de tu amor en Cristo, me has colocado en una
congregación con diferentes hermanos, para mi crecimiento, para dar y recibir
lo que a cada uno tú nos has entregado, ayúdanos a administrar con sabiduría
todas las riquezas espirituales que tenemos y a ser confortados mutuamente. En
Cristo Jesús, Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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