Una mirada de amor. Parte 2
“Enderezándose
Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los
que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús
le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más.”, Juan 8:10-11
La mujer
encontrada en adulterio era culpable según la ley entregada a Moisés, pero
Jesús la miró con ojos de perdón, con una mirada que no condena, una mirada que
levanta y restaura, pero…
¿Será que
Jesús pasó por alto el pecado de la mujer, sin que haya habido una retribución
o pago por ese pecado? Luego, ¿Dios es injusto? No, alguien tuvo que satisfacer
las demandas de la ley justa, santa y pura (Romanos 7:12), y ese fue el mensaje
de Jesús a las conciencias de todas las personas reunidas allí; lo que Jesús
les muestra es que todos han pecado, pero Él, que no tiene pecado, no los
condenó porque esa condena que merecían, la iba a tomar Él mismo en la cruz
para liberarlos a todos, incluyendo a la mujer y para que siendo libres, no
vuelvan a pecar, por esta razón le dice a la mujer: “…Ni yo te condeno; vete, y
no peques más”, y también la escritura nos revela esta trascendental enseñanza
en Gálatas 3:13: “ Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por
nosotros maldición (porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un
madero ”
Así que, sin
derramamiento de sangre no se hace remisión de pecados (Hebreos 9:22b), no hay
perdón, por esto Jesús nos mira hoy con la misma mirada que dirigió a la mujer,
para que vayamos a sus brazos y entreguemos todo pecado, aceptemos el perdón de
Dios y vivamos libres de condenación. Como fruto de nuestra fe en Cristo y de
aceptar su gracia, no debemos permitir que el pecado reine en nuestro cuerpo
mortal, ni obedecer a sus malos deseos, entonces, podremos mirar a otros con
ojos de pureza y santidad, sin condenar, porque también nosotros fuimos
rescatados del mal. Ahora, ¿cómo miras a tu prójimo? Oración.
«Gracias
Padre, porque mediante la fe en tu hijo Jesucristo me rescataste de mi vana
manera de vivir que hacía que mirara a otros sin ninguna misericordia, pero
ahora has transformado mi interior para mirar a mi prójimo de la misma manera
que tú lo miras, con amor y compasión. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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