Dones y talentos al servicio del prójimo
“Pero
llegando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que
eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste;
por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo
que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías
que siego donde no sembré, y que recojo donde no esparcí. Por tanto, debías
haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es
mío con los intereses.” Mateo 25:24-27
“Cada uno
según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos
administradores de la multiforme gracia de Dios.” 1 Pedro 4:10
La parábola
de los talentos nos enseña que Dios nos ha dado a cada uno de nosotros dones y
talentos que debemos aprovechar para el servicio de los demás y para la gloria
de Dios.
Pero, así
como el siervo negligente, quedamos paralizados por miedo o por egoísmo, no
usamos lo que hemos recibido, sino que lo escondemos.
Por esto la
Escritura nos enseña a ser buenos administradores de la multiforme gracia de
Dios, y eso se refiere a que por medio de su Espíritu se nos reparte diferentes
dones a cada uno como él quiere (1 Corintios 12:11), también se nos da
diferentes talentos, unos de nacimiento más otros forjados a partir de la
disciplina y el trabajo constante; pero todos afianzados en nuestro ánimo
voluntario de servir.
Tanto los
dones espirituales (1 Corintios 12:7-10), ministeriales (Efesios 4:11),
motivacionales (Romanos 12:6-8) o talentos, son entregados por Dios para
usarlos con amor, en extensión a nuestro prójimo. De seguro algo tenemos de
manera específica, de parte de Dios, con lo que podemos hacer la diferencia
cuando lo colocamos en acción.
Nuestra vida
misma, es un don inmenso que debemos presentar a Dios, para su servicio, como
un sacrificio vivo, santo y agradable, usando nuestro cuerpo no para servir a
nuestros propios deseos o al pecado, sino para mostrar la gloria del Señor
sirviendo con todo ánimo a sus propósitos (Romanos 12:1). Cuando servimos a los
demás por medio de los dones o talentos, se manifiesta el amor de Cristo,
fluyendo de nosotros hacia los demás. Así que no nos guardemos nada de lo que
Dios nos ha dado, sea de nuestro trabajo, capacidades, o aún si pensamos que
tenemos muy poco, dispongámoslo al servicio de Dios y del prójimo, para que él
lo multiplique y lo encause de acuerdo a su voluntad. Oración.
«Padre, que
todo lo que me das, aun mi vida, sea puesta en servicio con amor a los demás,
que en esas buenas obras que en Cristo has preparado de antemano, pueda
participar haciendo tu voluntad, en el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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