Todo lo que
necesito. Parte 2
“Porque
¿quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que pudiésemos ofrecer
voluntariamente cosas semejantes? Pues todo es tuyo, y de lo recibido de tu
mano te damos.” 1 Crónicas 29:14
“Porque en
él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad, y vosotros estáis
completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.” Colosenses
2:9-10
Él me da
todo lo que necesito, porque: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y
a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de
aquel que nos llamó por su gloria y excelencia,” (2 Pedro 1:3), en Él tengo
toda bendición gracias a sus preciosas promesas que suplen nuestras
necesidades, primero espirituales, y luego todo lo que en su voluntad y
dirección pudiéramos requerir según sus propósitos. (2 Pedro 1:4)
Y al final,
¿qué pudiéramos devolverle si todo es suyo?; en esto reflexionó David, y solo
podemos ofrecerle alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre,
que reconocen el gran favor de Dios y esto debe llevarnos a que el orgullo no
habite en nosotros, pues realmente de Él viene todo lo bueno que nos puede
pasar y que pudiéramos tener (Santiago 1:17).
Dios nos da
su favor y bendición espiritual al mostrarnos y revelarnos a Cristo, y también
nos llena de bendición material al suplir todas nuestras necesidades conforme a
las riquezas en gloria en Cristo (Filipenses 4:19).
Así que, si
hemos invitado a Cristo a morar en nuestro corazón, si hemos recibido su
evangelio, entonces en nosotros habita toda su plenitud y por lo tanto estamos
completos en Él. Nuestro sustento viene de Él, no de los hombres, porque Dios
nos ha dado un gran valor en Cristo, por eso nos dice en la escritura “Mirad
las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y
vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?”
(Mateo 6:26).
Y como
consecuencia de recibir de su plenitud, ahora debemos ser generosos en todo, si
Él me ha enriquecido en todo para toda liberalidad, es para dar a otros con la
misma generosidad con que Dios me ha dado y los que reciben de nuestra
abundancia glorifiquen a Dios al ver nuestro testimonio. (2 corintios 9:10-12) Oración.
«Padre, que
toda bendición que tú me das de tu mano generosa, pueda retribuirla de la misma
manera a otros, con la misma plenitud y favor que me has dado en Cristo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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