Caer de la
gracia
“De Cristo os desligas
teis, los que por la ley os justificáis; de la gracia habéis caído.”, Gálatas 5:4
Muchos
podemos caer de la gracia, no perdemos la salvación, pero regresamos a ser
guiados por nuestra vieja naturaleza, por varias razones:
Primero,
porque nos dejamos engañar por doctrinas equivocadas que quieren colocar cargas
de condenación, para llevarnos a tratar de agradar a Dios por medio de
rudimentos y mandamientos de hombres, que aparentan piedad pero que nada pueden
hacer frente a los apetitos de la carne, como lo explica el libro de Colosenses
que podemos estudiar para entender, que la forma más fácil de caer de la gracia
es volvernos religiosos, tratando de agradar a Dios por las obras de nuestra
propia justicia (Colosenses 2:20-23).
Entonces la
fe que obra por el amor es la fuente que ahora nos impulsa a que tengamos un
testimonio real de NO obedecer al pecado. Y si Cristo nos liberó, nuestra
libertad no debemos usarla como ocasión para la carne, sino para servir por
amor a otros, porque el que ama cumple toda la ley. (Gálatas 5:13-14)
Lo anterior
nos lleva al segundo aspecto que nos puede hacer caer de la gracia de Dios, y
es andar en la carne, obedeciendo nuevamente a nuestros deseos y no andando
guiados por el Espíritu, pues si somos guiados por él, no estamos bajo la ley,
por lo tanto no hay condenación ni maldición como consecuencia de no cumplirla
(Deuteronomio 11:26-28).
Si andamos
por el Espíritu somos guiados por él y el pecado no tiene poder sobre nosotros,
así que no nos hagamos orgullosos y llenos de vanagloria, soltémonos del yugo
de dependencia de nosotros mismos, y crucifiquemos a diario la carne colocando
nuestra confianza en la guía del Espíritu de amor que ahora mora en nosotros.
El tercer
aspecto que puede hacernos caer de la gracia, al desligarnos de la dependencia
a Cristo, es tergiversar o adulterar la verdadera gracia de Dios, cambiándola
por libertinaje o un permiso para pecar, por la ignorancia de la verdadera
doctrina de Cristo, pensando que no hay consecuencia por el pecado, ir del
extremo religioso de hipocresía que demanda perfecta obediencia a la ley, al
extremo de ignorar al maligno y sus maquinaciones, y de ignorar que el pecado
trae consecuencias destructivas y dolorosas a nuestra vida, y solo la verdadera
gracia de Dios nos da la fuerza para no ceder ante el pecado.
Hermano, la
gracia de Dios nos sostiene para no pecar, pero también nos bendice para dar;
la ley demanda, la gracia provee. Si nos ha proveído tantas riquezas
espirituales, tanta bendición sobreabundante, ¿hemos de ser esclavos nuevamente
y caer de la gracia o mejor es obedecer permaneciendo en el gran amor
inmensurable de Dios en Cristo? Oración.
«Señor,
quiero permanecer en ti, que tu gracia y amor rebosen en mi, porque ninguna
condenación hay para los que estamos en Cristo Jesús, porque al morir en Cristo
a mi vieja naturaleza, el pecado no tiene poder sobre mi, soy libre para vivir
una vida en santidad y servicio a ti, en el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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