¿Seré yo?
“Porque no
me afrentó un enemigo, lo cual habría soportado; ni se alzó contra mí el que me
aborrecía, porque me hubiera ocultado de él; sino tú, hombre, al parecer íntimo
mío, mi guía, y mi familiar; que juntos comunicábamos dulcemente los secretos,
y andábamos en amistad en la casa de Dios”. Salmos 55:12-14
“Echa sobre
Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo”.
Salmos 55:22
Este
versículo es escrito por David después de la traición de uno de sus amigos,
Ahitofel (2 Samuel 15:31), un amigo de muchos años que conspiró con Absalón (su
hijo) contra él, para derrocarlo de su reinado. Una de las mayores heridas que
se puede recibir es la traición de alguien que parece ser un compañero íntimo,
un amigo o un familiar. Recordemos que Jesús también fue traicionado de igual
manera por uno de sus amigos, en Marcos 14 :18-19 dice: “Y cuando se sentaron a
la mesa, mientras comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros,
que come conmigo, me va a entregar. Entonces ellos comenzaron a entristecerse,
y a decirle uno por uno: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?”
En esta
situación David va a Dios y echa su carga, su angustia, su tristeza, su
amargura sobre el Señor, porque sabe que el Señor lo puede levantar. Cuando
somos lastimados emocionalmente por alguien cercano, debemos acudir a Dios,
antes de cualquier deseo de venganza y debemos entregarle nuestros sentimientos
de frustración y decepción que están afectando nuestra vida, para que Dios nos
calme y traiga paz a nuestro corazón. Este Salmo en el verso 23 nos propone
conducirnos a una decisión de fe: “Pero yo en ti confiaré”, el Señor nos
sostendrá, no permitirá que seamos removidos de su favor, nos da su seguridad.
De alguna
manera, todos hemos experimentado una traición alguna vez en la vida y
hubiésemos querido que no fuera esa persona que estaba tan cerca de nosotros;
por eso, necesitamos recurrir a Dios para entregarle nuestras heridas y
recordar que Él siempre nos sustentará, porque no dejará caído para siempre al
justo, Él es nuestra justicia y el único que puede restaurar un corazón roto.
El Señor puede redimir nuestra alma, Salmos 55:18.
Ahora
pensemos en esto, cuando conocemos a Jesús y nos comprometemos con Él, podemos
tener actitudes o acciones que pueden traicionarlo, podemos negarlo cuando
vivimos una vida carnal y actuamos como incrédulos, o al seguir la corriente de
este mundo. Negamos la verdad de Cristo cuando no lo obedecemos y nos
comportamos distinto a como Él nos enseña en su Palabra, cuando rechazamos su
autoridad sobre nuestra vida y hacemos nuestra voluntad; hoy podemos estar
expresando lo que los discípulos del Señor dijeron cuando Él les dijo que uno
de ellos lo iba a traicionar: ¿Seré yo?
El Señor hoy
nos está invitando a amarle tanto, que su voz sea más atractiva que todas las
voces que nos invitan a alejarnos de Él, que la vida que nos ofrece sea tan
plena que solo queramos vivir para Él. Revisemos nuestro corazón y miremos qué
actitudes podrían estar traicionando a Cristo.
Oración.
«Amado
Jesús, así como tú, he experimentado la traición de alguien cercano a mí, sabes
el dolor que se siente y la decepción profunda que esto causa en nuestra alma,
por eso hoy te pido que me ayudes a ser fiel a ti, porque tu amor nunca cambia,
siempre permaneces fiel. Enséñame a llevar mis cargas delante de ti para que
restaures mi corazón, en el nombre de Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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