Trabajando con fervor
“Entonces se
levantó el sumo sacerdote Eliasib con sus hermanos los sacerdotes, y edificaron
la puerta de las Ovejas. Ellos arreglaron y levantaron sus puertas hasta la
torre de Hamea, y edificaron hasta la torre de Hananeel. Junto a ella
edificaron los varones de Jericó, y luego edificó Zacur hijo de Imri. Los hijos
de Senaa edificaron la puerta del Pescado; ellos la enmaderaron, y levantaron
sus puertas, con sus cerraduras y sus cerrojos. Junto a ellos restauró Meremot
hijo de Urías, hijo de Cos, y al lado de ellos restauró Mesulam hijo de
Berequías, hijo de Mesezabeel. Junto a ellos restauró Sadoc hijo de Baana. E
inmediato a ellos restauraron los tecoítas; pero sus grandes no se prestaron
para ayudar a la obra de su Señor” Nehemías 3:1-5
“Después de
él Baruc hijo de Zabai con todo fervor restauró otro tramo, desde la esquina
hasta la puerta de la casa de Eliasib sumo sacerdote” Nehemías 3:20
En este
capítulo se revela la gran unidad entre el pueblo de Dios para reconstruir las
murallas de Jerusalén, fue un tremendo reto; por eso, unos 40 grupos trabajaron
simultáneamente. Partes de la muralla se hicieron completamente nuevas,
mientras que otras fueron solo reparadas. Aquí se destacaron las grandes dotes
de Nehemías como líder y organizador. Recordemos que este siervo de Dios era un
simple copero del rey de Persia, pero usado de manera sorprendente al ser
guiado por Dios para reconstruir la Santa Ciudad.
Cada vez que
nos sintamos incompetentes ante cualquier desafío, pensemos lo que Dios es
capaz de transformar en nosotros para lograr sus planes, y siempre recordemos
que todo lo podemos en Cristo que nos fortalece (Filipenses 4:13). Esta unidad
también anticipa el propósito y metas que caracterizarían a la iglesia
cristiana; veamos Filipenses 1:27-28 “Solamente que os comportéis como es digno
del evangelio de Cristo, para que o sea que vaya a veros, o que esté ausente,
oiga de vosotros que estáis firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes
por la fe del evangelio, y en nada intimidados por los que se oponen, que para
ellos ciertamente es indicio de perdición, más para vosotros de salvación; y
esto de Dios”.
También en
este pasaje se muestra a los que trabajan con diligencia para la obra de Dios,
como fueron los sacerdotes, levitas y las personas más humildes; entre ellos,
se destaca Baruc que lo hizo con todo fervor (Nehemías 3:20); en contraste con
los que fueron perezosos para hacerlo, como es el caso de los tecoítas, que no
se prestaron para ayudar; a estos se les llamaba los “grandes”, haciendo
referencia a su estatus social y económico, y que no quisieron involucrarse. En
el libro de Nehemías se conmemoraron los nombres de todos los que repararon el
muro, pues fue una obra de amor, patriotismo y servicio para darle tranquilidad
y seguridad al pueblo de Dios en medio de tantos enemigos que lo rodeaban.
Tenemos que
entender que la obra de Dios solo se hace con su poder; sin embargo, como en
este caso, habrá personas en la iglesia que piensan que son demasiado sabias o
importantes para trabajar arduamente, perdiéndose el privilegio de servir y ver
la manifestación sobrenatural de Dios en sus vidas. Dios le dio sabiduría a
Nehemías para que cada sacerdote reparara la pared frente a su propia casa,
además de otras secciones; si cada uno era responsable de la parte del muro que
estaba cerca de su casa, estarían más motivados para construir, no
desperdiciarían tiempo trasladándose a otros lugares, estarían defendiendo su
propia casa si eran atacados y harían de la construcción un esfuerzo familiar.
¡Qué hermoso
ejemplo para hacer la obra de Dios en nuestra iglesia!, sentir que cada
proyecto es propio y que es una tarea de todos; lo haríamos con más amor y
entusiasmo. Pidamos al Señor que entendamos que Él necesita gente como Baruc
para hacer el trabajo con responsabilidad, excelencia y gozo; saber que, con
pocos Baruc, se puede transformar el mundo, así como Jesús lo hizo con sus 12
discípulos. Hoy sigamos el consejo de Pablo en Romanos 12:11 “En lo que
requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor. Oración.
«Señor
enséñame a amar tu obra de tal manera que la realice con amor, responsabilidad,
cuidado y entusiasmo, porque es para la construcción de tu reino en esta
tierra; y para gloria y alabanza de tu nombre. Que nada me parezca demasiado
cuando se trata de hacer tu voluntad. Llena mi corazón de fervor, diligencia y
entrega para servirte. En el nombre de Jesús, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito
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