Un grito de
amor
“Mas Jesús,
dando una gran voz, expiró.” Marcos 15:37
Jesucristo
soportó el peso de nuestros pecados, experimentando un sufrimiento
inimaginable. Su grito fue un grito de amor, un grito que aún se escucha con
fuerza, entregando su vida por cada uno de nosotros: “Entonces Jesús exclamó
con fuerza: —¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu! Y al decir esto,
expiró.” (Lucas 23:46); un clamor que entrega todo al Padre en total
dependencia y obediencia, soportando la muerte, ¡y muerte de cruz! (Filipenses
2:8).
También
antes de entregar su vida expresó que la deuda había sido pagada, diciendo
“consumado es” (Juan 19:30b); entonces la deuda, debido a nuestro pecado, fue
pagada, “anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos
era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a
los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre
ellos en la cruz” (Colosenses 2:14-15).
La cruz debe
ser, por lo tanto, algo real y presente en nuestras vidas, no una historia
pasada, sino que todo lo que sucedió allí trascienda y sea determinante en el
presente, pues los que creemos estamos llamados a que el eco de ese grito de
amor, que ocurrió en ese monte, siga llegando a otros corazones, llevando el
mensaje de Cristo a toda criatura para salvación de sus almas.
Jesús no se
quedó en la tumba, sino que resucitó para que todos los que creemos tengamos
nueva vida en su nombre; su grito de amor no fue en vano, la resurrección
confirmó su victoria “para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de
los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”
(Filipenses 2:10-11). Oración.
«Gracias
Señor Jesús; que tu grito de amor en la cruz llegue a lo más profundo de mi
corazón y pueda comprender tu amor que sobrepasa todo entendimiento; y entonces
mi vida sea quebrantada para entregar a ti todo mi ser, así como tú entregaste
al Padre tu vida en sus manos en ese clamor, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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