Entendiendo la fe. Parte 3
“Y él dijo:
Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces,
diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y
le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la
barca, se calmó el viento. Entonces los que estaban en la barca vinieron y le
adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”, Mateo 14:29-33.
Tal vez
hemos escuchado este pasaje en el que Pedro al ser llamado por Jesús andaba
sobre las aguas para ir a Jesús, pero el fuerte viento le hace temer y se
empieza a hundir. «Tuvo miedo» denota que al mirar la tormenta, pensó en sí
mismo, en su incapacidad, en su limitación, pues el miedo surge del interior
del hombre; no fijó su mirada en Cristo sino en sí mismo, arrastrado por las
circunstancias externas.
De la misma
manera, cuando no miramos a Cristo, sino a las dificultades, enfermedades o a
los ataques del enemigo con sus mentiras llenas de condenación, somos tentados
a mirarnos a nosotros mismos, enfocándonos en los problemas y no en Aquel que
tiene el poder de hacer que todo obre para nuestro bien conforme a su propósito
(Romanos 8:28).
La fe nos
permite tener la mirada puesta en Cristo no en nosotros. Colocamos nuestra
confianza, esperanza y expectativas en el ser más maravilloso y extraordinario
que ha pisado este planeta, por esto la fe es una llave que abre las puertas
del reino de Dios y de todas las riquezas espirituales en Cristo Jesús.
Así que no
debemos desviar la mirada de Cristo, Él es el fundamento de nuestra vida, el
principio y fin de todo lo que somos, y el sentido de todo lo que hacemos, para
gloria y honra de nuestro Padre Dios. Oración.
«Señor
Jesús, hoy coloco mi mirada, mi confianza y esperanza en ti, no en mis
dificultades, pues tú me sostienes con tu mano y tienes el poder para sacarme
de cualquier situación de riesgo, por el poder de tu Espíritu que mora en mí,
para gloria de Dios Padre. Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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