Aquel día
“He aquí, yo
estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él,
y cenaré con él, y él conmigo”, Apocalipsis 3:20.
“Y el ángel
me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas
del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios” Apocalipsis
19:9.
Hubo un día
que marcó nuestra historia, el día más importante de nuestra vida, aquel que
determinó nuestra existencia, nuestra eternidad. Ese día se cumplió lo que dijo
Jesús “y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará
de mi mano” (Juan 10:28).
Ese día fue
el día que recibimos a Cristo como nuestro Señor y Salvador, pues se hizo
efectivo, su sacrificio y la resurrección en nosotros, como dice la escritura
“Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así
también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6:5). Mediante la fe en
su nombre se hizo real, cierta y efectiva esta salvación ese día que escuchamos
y recibimos el poder de Dios para salvación, que es evangelio, como lo
confirman estos dos pasajes: “la justicia de Dios por medio de la fe en
Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia” (Romanos
3:22), y “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con
el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13).
Recordemos
aquel día en el que recibimos a Jesús para que habitara por medio de su
Espíritu en nosotros y que nuestra mejor y mayor celebración es que vayamos y
contemos a otros de este amor tan grande que ha sido derramado en nuestro
corazón, para que muchos sean los invitados bienaventurados a celebrar
próximamente la cena de las bodas del Cordero: “Y el ángel me dijo: Escribe:
Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me
dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios” (Apocalipsis 19:9). Oración.
«Señor
Jesús, gracias porque has cumplido tu Palabra en mí, de entrar a mi corazón y
cenar conmigo, ahora tengo comunión con el Padre y con el Espíritu Santo,
gracias a tu sacrificio en la cruz. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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