El atalaya de Cristo
“A ti, pues,
hijo de hombre, te he puesto por atalaya a la casa de Israel, y oirás la
palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío:
Impío, de cierto morirás; si tú no hablares para que se guarde el impío de su
camino, el impío morirá por su pecado, pero su sangre yo la demandaré de tu
mano. Y si tú avisares al impío de su camino para que se aparte de él, y él no
se apartare de su camino, él morirá por su pecado, pero tú libraste tu vida.”
Ezequiel 33:7-9
“Velad,
estad firmes en la fe; portaos varonilmente, y esforzaos.” 1 Corintios 16:13
En la
palabra de Dios los atalayas eran los encargados de vigilar u observar
atentamente para prevenir cualquier ataque sorpresa del enemigo; eran colocados
en un lugar estratégico y debían alzar su voz con prontitud ante cualquier
peligro.
Los
creyentes en Cristo, de la misma manera, estamos llamados a que por medio de
nuestras buenas obras mostremos evidencia de nuestra fe para gloria de Dios
Padre (Mateo 5:14-16). El Señor ha transformado nuestro corazón y ha depositado
su amor para que resplandezcamos todo el fruto del Espíritu Santo; esto
significa que tenemos la gran responsabilidad de anunciar a los demás, con todo
amor, la verdad de su palabra.
Somos
atalayas de Cristo, enviados y colocados en alto para prevenir a las personas
de su inminente muerte espiritual si no creen que Cristo murió por sus pecados;
como el mismo Jesús les decía a los fariseos que lo rechazaron: “Por eso os
dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en
vuestros pecados moriréis.” (Juan 8:24). Él era el único que los podía salvar
de la condenación por causa de su pecado, y Él es el único que puede salvar la
vida de todo hombre que se arrepienta y crea en la buena noticia (Marcos 1:15).
Tampoco
podemos callar ante la injusticia, el pecado, el engaño o cualquier conducta
que ocurra a nuestro alrededor, pues no podemos ser cómplices; debemos estar
atentos y vigilantes a dar el mensaje del evangelio y enseñar los principios de
Dios, como lo dice 1 Pedro 3:15 “sino santificad a Dios el Señor en vuestros
corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y
reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en
vosotros”. Oración.
«Señor me
has puesto como tu atalaya para anunciar la verdad de tu palabra; para que todo
el que crea en Cristo no muera más tenga vida eterna. Te doy gracias por el
privilegio de ser puesto como testigo del amor que me has dado por medio de la
fe en Jesús, amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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