Despojarse. Parte 3
“Pero
cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de
Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la
excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he
perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”, Filipenses 3:7-8.
Aprendimos
en el devocional anterior, que me debo despojar del viejo hombre, pero
colocarme las vestiduras celestiales que ya en Cristo poseo de verdad, justicia
y santidad.
Podemos ver
otro ejemplo en el nuevo testamento de la aplicación de la misma actitud y
sentir de Cristo en Pablo, el cual recibe su despojo total camino a Damasco y
luego de su conversión escribe por el Espíritu acerca del testimonio de cómo se
despojó de todo, en Filipenses 3:7-8 dice: “Pero cuantas cosas eran para mí
ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun
estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de
Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por
basura, para ganar a Cristo”.
Podemos
aprender de este testimonio de Pablo, que debemos perderlo todo para ganar a
Cristo, pero este “ganar” no se trata de algo que merezcamos por nuestra propia
bondad, sino de la renuncia al orgullo, de despojarse de aquello que esté
impidiendo darle el lugar a Cristo, para que, con un corazón contrito y
humillado, podamos decirle “mi Señor”. Se trata básicamente de renunciar a los
tesoros materiales que anhela el corazón humano, para recibir el mayor y mejor
tesoro: La gracia de Cristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo
(2 Corintios 13:14).
El dueño de
la creación se despoja, en pobreza, indefenso, así debe ser nuestra actitud
pues si Él se despojó por nosotros, despojémonos nosotros por Él, y Él nos
prosperará, y nos colocará en un lugar de prominencia, porque lo que es verdad
en Cristo, se hace verdad en nosotros (Filipenses 2:5-9).
Una clave
del despojo es considerar que todo se trata de Cristo, no de nosotros, no de
nuestras propias obras de justicia, sino de su justicia que por la fe es
colocada nos es imputada, como dice por el Espíritu el mismo Apóstol Pablo: “y
ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la
que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe» (Filipenses
3:9).
Podemos
aprender del ejemplo de Cristo y del Apóstol Pablo, también el de muchos otros
hermanos que se han despojado a sí mismos, de su orgullo y altivez para ser
hallados en Cristo y experimentar verdadero reposo, verdadera confianza y
caminar en la voluntad de Dios. Oración.
«Señor
Jesús, quiero ser hallado en ti, no en mi propia justicia, quita todo orgullo
de mi corazón y permite que mi vida hable de ti en toda área, aún en la
dificultad, para gloria de Dios Padre. Amén.
Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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