La dimensión
espiritual del matrimonio
“Las casadas
estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza
de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y
él es su Salvador”, Efesios 5:22-23.
“Maridos,
amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí
mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del
agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa,
que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin
mancha”, Efesios 5:25-27.
El
matrimonio es el vínculo entre un hombre y una mujer, pero también es una
ilustración de la relación espiritual de unidad que existe entre Cristo y Su
iglesia. Por tanto el marido está llamado a amar a su esposa “de la misma
manera que Cristo” quién se entregó por ella. Parece una idea imposible, pero
Dios la hace posible en nuestro matrimonio a través de la unión con Cristo.
Entre más estemos en comunión con Él y su Palabra, mayor será nuestra comunión
con nuestro cónyuge.
Esto se
sustenta en un hecho trascendental: nuestra sujeción a la autoridad. Si el
esposo está sujeto a Cristo, obedece a la autoridad de Cristo, esta obediencia
es por amor y no por obligación. Un amor que nace de un corazón renacido por la
Palabra de Dios y por la renovación en el Espíritu Santo (1 Pedro 1:23, Tito
3:5), y fluye hacia nuestra pareja.
Entonces, el
matrimonio es la oportunidad para demostrar todo el perdón, el amor y todo el
fruto del Espíritu. Es la práctica constante de piedad, comprensión y comunión
diaria que nos permite madurar en todas las áreas de nuestra vida y cumplir el
propósito que Dios tiene para nosotros en Cristo Jesús. No es algo menor, si no
somos capaces de demostrar amor, perdón y comunión diaria con nuestro cónyuge,
¿lo haríamos con otros? Si tenemos comunión con Dios ésta indefectiblemente se
refleja hacia nuestro prójimo, y el primer prójimo es nuestra esposa(o). Oración.
«Gracias
Padre porque no me dejaste solo, proveíste una ayuda idónea para mí, para poder
en comunión glorificar tu nombre, madurando en el amor derramado en mi corazón
por medio de Cristo. Amén. Oración. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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