Un paso de
Fe
«Más a la
cuarta vigilia de la noche, Jesús vino a ellos andando sobre el mar. Y los
discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y
dieron voces de miedo. Pero en seguida Jesús les habló, diciendo: ¡Tened ánimo;
yo soy, ¡no temáis! Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú,
manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de
la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento,
tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al
momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe!
¿Por qué dudaste? Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento.
Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo:
Verdaderamente eres Hijo de Dios. Mateo 14:25-33
Al igual que
Pedro, debemos salir de nuestra barca, dejar la comodidad para poder hacer la
obra de Dios. Dar este paso es atemorizante, pero Él nos guiará a las
bendiciones. Cuando damos un paso de fe, abrimos la puerta para que Dios obre
en nuestras vidas sobrenaturalmente. Quizás no caminemos sobre las aguas, pero
sí caminaremos a través de situaciones adversas y grandes desafíos que nos
presenta la vida. Si nos concentramos en las olas de las circunstancias
difíciles que se levantan cerca de nosotros sin buscar la ayuda de Dios,
también terminaremos desesperados y hundiéndonos.
Cuando
dejamos de mirar a Cristo para mirar lo grande de las dificultades que se nos
oponen, empezaremos a desfallecer, pero cuando le invocamos, Él extiende su
brazo y nos salva. Cristo es el gran Salvador. Por eso cuando nos hallamos
zozobrando en los conflictos de esta vida, hundidos en nuestra desesperación,
es cuando debemos ir a Él y clamar pidiendo salvación.
Permitamos a
Dios que nos levante con su diestra, como dice Salmos 20:6 “Ahora conozco que
Jehová salva a su ungido; lo oirá desde sus santos cielos con la potencia
salvadora de su diestra”. Dejemos que nos instruya con su Palabra para dar
fruto. Jesús nos enseñó en Mateo 13:23 “Mas el que fue sembrado en buena
tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a
ciento, a sesenta, y a treinta por uno”.
Pidámosle a
Jesús que nos toque con la presencia poderosa de su Espíritu para transformar
nuestro entorno como lo hizo Él en su ministerio terrenal. Dice Hechos 10:38
“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo
éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo,
porque Dios estaba con él”.
Solo así
podremos mantener nuestra fe en medio de las tormentas, tengamos los ojos
puestos en el poder de Cristo y no en nuestra incapacidad. No es en nuestra
fuerza, ni con nuestra inteligencia, es con el poder de su Espíritu.
Apropiémonos de Zacarías 4:6b “No con ejército, ni con fuerza, sino con mi
Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
Oración.
«Señor,
gracias por permitir extender tu evangelio a través de este medio. Dios amoroso
ayúdame a caminar en fe cuando escuche tu llamado al servicio y enfrente los
desafíos de la vida. Haz que no mire mi debilidad y flaqueza, sino que ponga mi
mirada en tu poder, porque todo lo puedo en ti que me fortaleces. En Cristo
Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de
Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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