Reciprocidad
“entre los
cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra
carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.” Efesios 2:3
“Vestíos,
pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de
benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a
otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la
manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” Colosenses 3:12-13
La segunda
instrucción, que nos da la escritura para vivir guiados por el Espíritu y no
satisfacer los deseos de la carne, es que nos vistamos como escogidos de Dios,
es decir, como lo que ya somos por la gracia de Cristo, y esto implica poner en
práctica el amor, perdonándonos y soportándonos unos a otros, dando a otros de
la misma misericordia que nosotros recibimos. Esto es una clave de la vida
cristiana en victoria, la reciprocidad, que significa que de la manera que
Cristo hizo con nosotros así hagamos con los demás. (Colosenses 3:-12-17)
Debemos, por
tanto, reconocer que la reciprocidad no es de nosotros, sino un regalo de Dios
que compartimos, por esto, no se nos está diciendo que hagamos algo que no
podemos o que demos de lo que no tenemos, sino que esta nos lleva a dar a otros
de lo mismo que hemos recibido, recordando la Palabra que nuestro Señor dijo:
“de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10:8b).
Perdonarnos
y soportarnos unos a otros no es fácil y no es posible en nuestra fuerza, es
necesario el vínculo de la paz que solo da el Espíritu, pero nuestra parte es
la disposición, por esto dice la Palabra “solícitos en guardar la unidad del
Espíritu en el vínculo de la paz;” (Efesios 4:3).
Por esto
hermanos, podemos reflexionar hoy si tratamos a otros de la misma manera que
Cristo nos trata ya que en otro tiempo, sin Cristo, cuando vivíamos en los
deseos de la carne, no podíamos poner el amor en acción, tal vez teníamos
buenas intenciones, pero nuestra naturaleza vacía no tenía el fruto del
Espíritu, pero ahora llegado lo nuevo, desechemos lo viejo, andando en el
Espíritu que mora en nosotros (Gálatas 5:22-23). Oración.
«Padre, de
la misma manera que hiciste conmigo, amándome en Cristo Jesús al perdonar todos
mis pecados, quiero corresponder a mi prójimo, por esta razón, ayúdame a
experimentar toda la gracia y la misericordia que tuviste conmigo, compartiendo
el mensaje de salvación y llevando tu amor. En el nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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