El desamor
mata
“Pero yo os digo que cualquie
ra que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda” Mateo 5:22-24
El griego en
que fue escrito el evangelio emplea un término arameo que era una exclamación
de gran desprecio que usaban los judíos en tiempo de Cristo: Si le dices a tu
hermano: “Raca”, esto quiere decir que si te enojas y tratas con desprecio a tu
hermano, lo estás matando en su interior, ya que en el contexto del pasaje
inicia con “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que
matare será culpable de juicio.” (Mateo 5:21). Es decir, el Señor Jesús explica
que las malas actitudes hacia nuestro prójimo, los insultos, las malas
palabras, causan una herida profunda que se iguala o es comparable a cometer un
asesinato. Si actuamos de esta manera somos culpables y dignos de juicio,
debemos buscar, por tanto, a nuestro prójimo y reconciliarnos con él.
Esto lo
confirma el apóstol Juan, cuando por el Espíritu escribe “Todo aquel que
aborrece a su hermano es homicida; y sabéis que ningún homicida tiene vida
eterna permanente en él.” (1 Juan 3:15), es decir, esta actitud de aborrecer a
nuestro hermano, es un acto que practican los incrédulos y no debe permanecer
en nosotros, los hijos de Dios. Recordemos que lo contrario a aborrecer es
amar.
Si en
nuestra oración diaria, nos damos cuenta de que tenemos un conflicto o que
nuestro hermano tiene algo contra nosotros, vayamos sin demora, con un corazón
lleno de humildad y bondad, a buscar reconciliación, esforzándonos por
preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz (Efesios 4:3). Si
luego de dialogar con tu hermano, en la guía del Espíritu, hay paz en tu
corazón y paz en el corazón de tu hermano, habrás conseguido poner en práctica,
de verdad, el amor de Cristo, este amor que restaura, consuela y da vida,
contrario al desamor que mata. Oración.
«Padre,
ayúdame a buscar la restauración y la reconciliación con las personas a las que
he ofendido o me han ofendido, coloca en mi corazón tu paz y en mí la humildad
suficiente para reconocer mis errores y olvidar la ofensa. Quiero tener la
misma actitud y sentir de Cristo, quien sufrió terribles dolores y ofensas,
pero prefirió callar por amor, perdonar y ofrecerse en sacrificio por mí. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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