El hijo
pródigo. Parte 2
“Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Pa
dre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.” Lucas 15:18-24
En el pasaje
de hoy, Lucas 15:23, el Padre manda a que traigan el becerro gordo y lo
sacrifiquen, es decir, que matan el becerro frente a su hijo pródigo. Esto nos
ayuda a ejemplificar el costo del perdón; hubo un sustituto por el pecado del
muchacho. Una vez muere el cordero hacen fiesta, se regocijan porque la culpa
ha sido quitada, al ser puesta sobre el becerro y no sobre el joven.
En el
antiguo testamento, Dios ordenó este tipo de sacrificios como sombra de lo que
había de venir, el sacrificio de su Hijo amado (Levíticos 16:21-22). Llegando
Cristo, Él cumplió lo profetizado en la escritura, de ser el sustituto de
nuestros pecados (Isaías 53:4-6); y con esto, Dios quiere demostrarnos el
precio de la cruz, el precio de salvarnos. El hijo pródigo reconoció que había
pecado, que merecía ser tratado como un trabajador más, por su rebeldía, pero
recibió de su Padre un favor inmerecido, un amor que no merecía, un perdón sin
condición.
Asimismo
pasa con nosotros, que a pesar de haber sido merecedores de ser tratados con
castigo, por nuestro pecado y desobediencia, Jesús tomó este castigo para que
nosotros fuésemos tratados bien, librados del pecado y limpiados de todo mal,
porque así como el hijo pródigo fue revestido de gala, a nosotros se nos han
quitado las vestiduras viles del pecado y se nos ha llamado a colocarnos la
nueva vestidura, como dice la escritura “y vestíos del nuevo hombre, creado
según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efesios 4:24). Es algo que
ya tenemos por su gran amor.
Así que, si
te has alejado de Dios, tu corazón está seco, sin vida, necesitas apreciar el
amor y la gracia de Dios, recordando la abundancia de su favor inmerecido y las
grandes bendiciones espirituales que ha derramado sobre nosotros por medio de
Cristo; y disfrutar de la vida verdadera que experimentarás cuando vuelvas a la
presencia del Padre. Oración.
«Padre, hoy
quiero levantarme y regresar a ti, disfrutar de tu presencia por medio de
Jesús; reconozco que necesito de ti y hoy coloco mi confianza y mi esperanza en
tu Hijo amado, quien murió por mis pecados y resucitó para darme vida nueva. En
el nombre de Jesús, Amén. Difundiendo
el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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