Rehaciéndonos como vasijas valiosas.
“Enséñame a
hacer tu voluntad, porque tú eres mi Dios; tu buen espíritu me guíe a tierra de
rectitud». Salmos 143:10
«Palabra de
Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y
allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él
trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en
su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla.
Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros
como este alfarero, oh casa de Israel? Dice Jehová. He aquí que, como el barro
en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel”.
Jeremías 18:1- 6
Cuando
oramos el Padre Nuestro, le decimos a Dios «hágase tu voluntad». ¿Será que
estamos dispuestos a permitir que Dios haga su voluntad en nosotros? Si es así
dejaremos que nuestro Padre pula todas las áreas difíciles de nuestra vida, que
tome todas nuestras cargas e incluso cambie nuestros planes.
El salmista
pide la dirección de Dios, porque teme no conocer cuál es su voluntad y no
quiere terminar haciendo lo contrario a los principios del Señor. Cuán
importante es para nosotros buscar lo que Dios desea, por eso debemos pedir
ayuda al Espíritu Santo para ser iluminados con el conocimiento de la voluntad
de Dios, para cumplirla y vivir en rectitud.
Como hijos
debemos pedir a Dios que nos muestre el camino, aunque este no sea el más
placentero para andar según nuestro pensamiento, porque anhelamos ser guiados
por el Espíritu y hacer lo que al Señor le agrada. Así como el salmista,
nuestra labor es rogar ser vivificados para hacer la voluntad de Dios,
colocándonos en manos de nuestro Alfarero para que transforme nuestro interior.
Dios como el
único soberano, tiene el derecho absoluto de moldearnos como el Alfarero al
barro, dándonos la forma que a Él le plazca. Tiene la facultad de tirar a un
lado un vaso echado a perder, como desechar al que se ha mostrado infiel y
levantar otro en su lugar, como le sucedió al pueblo de Israel. Ahora el Señor
le ha dado la oportunidad a la iglesia de Cristo de llevar su mensaje a las
naciones, tarea que el pueblo judío no cumplió.
En su
misericordia el Señor sigue trabajando para convertirnos en vasijas útiles. Sin
embargo, como Israel, debemos arrepentirnos pronto o el barro se endurecerá y
seremos desechados como la vasija que se echó a perder. Dios tiene el poder
para volver a darnos forma cuando respondemos a su llamado divino y nos
disponemos a ser moldeados para su propósito.
Oración.
«Señor, te
ruego que hagas tu obra en mí para experimentar mi propia realización y ser
feliz. Gracias te doy por haberme escogido para ti, enséñame a hacer tu
voluntad, te pido que no limites tu acción soberana sobre mi vida, quiero
responder a tu llamado divino y permitir que, como Alfarero, me moldees a tu
antojo y así conocer tu propósito para cumplirlo y vivir en rectitud. En el
nombre de Jesús. Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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