Dedo de Dios
es este
“Entonces
los hechiceros dijeron a Faraón: Dedo de Dios es éste. Mas el corazón de Faraón
se endureció, y no los escuchó, como Jehová lo había dicho” Éxodo 8:19.
“Y Moisés
dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy
con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre
los veréis. Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos” Éxodo
14:13-14.
Si
recordamos, en el libro del Éxodo, Moisés en compañía de su hermano Aarón le
pidieron en repetidas ocasiones al Faraón de Egipto que dejara salir a su
pueblo y lo liberase de la esclavitud; pero cada vez endurecía más su corazón,
por lo que, ante su negativa, empezó Dios a hacer grandes señales, enviando
plagas al pueblo de Egipto. En un principio, los magos de Faraón imitaron
algunas de las primeras señales con sus poderes de las tinieblas, pero llegó el
momento en que no pudieron hacerlo y dijeron “Dedo de Dios es este”.
Esta
imitación de las plagas revela el poder que Satanás tiene para engañar a los seres
humanos, y cuando los magos no pudieron deshacerlas, el Faraón estaba tan
disgustado que parecía dispuesto a prometer cualquier cosa. Dios lo estaba
obligando a reconocer quién era Él, sin embargo, el corazón del Faraón se
endureció aún más.
Al final de
las diez plagas, que terminaron con la muerte de todos los primogénitos de
Egipto, Faraón dejó partir al pueblo de Israel; después cambió de parecer y
empezó a perseguirlos hasta las orillas del mar Rojo. Cuando los israelitas no
supieron qué hacer, pues estaban atrapados entre la espada del ejército del
Faraón, que venía contra ellos, y el mar, pensaron que no tenían escapatoria y
empezaron a dudar de Dios y murmuraron contra Moisés. La fe de Moisés fue
inquebrantable exhortando al pueblo a no temer, convencido de que Dios haría
nuevamente algo sorprendente. Aquí fue donde el Señor desplegó todo su poder
para liberarlos, abriendo el mar Rojo ante ellos para que huyeran por camino
seco.
Así es con
nosotros, a veces dudamos en nuestro corazón cuando nos encontramos entre la
espada y la pared con situaciones que parecen imposibles; olvidamos fácilmente
que tenemos un Dios poderoso que siempre ha actuado en nuestras vidas y seguirá
haciéndolo, abriendo camino para que salgamos adelante. Los incrédulos, como los
magos del Faraón, reconocieron el poder de Dios ante sus grandes
manifestaciones, esto debe enseñarnos que no importa cuál sea la situación,
Dios intervendrá a favor de nosotros cuando confiamos plenamente en Él. Que hoy
podamos decir “dedo de Dios es este”, así que no seamos incrédulos. Oración.
«Mi amado
Señor, ante situaciones que parecen imposibles de resolver, dame la fe
suficiente para no dudar de ti. Déjame ver el mar abierto de posibilidades
delante de mí. Que mi fe pueda mover montañas y abrir caminos donde no los hay,
porque eres un Dios de imposibles. Haz que no pierda la esperanza, por el
contrario, enséñame a orar con valentía dejando que tú actúes para ver cosas
increíbles a mi alrededor. En el nombre de Jesús, Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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