Gracias por amarnos primero
“Porque a
mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues,
hombres por ti, y naciones por tu vida. No temas, porque yo estoy contigo; del
oriente traeré tu generación, y del occidente te recogeré. Diré al norte: Da
acá; y al sur: No detengas; trae de lejos mis hijos, y mis hijas de los confines
de la tierra, todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado,
los formé y los hice” Isaías 43:4-7.
En este
versículo Dios dice “yo te amé” y en 1 Juan 4:19 nos lo asevera su palabra, la
cual dice “Nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero”.
Hoy debemos
estar agradecidos porque no podemos imaginar cuánto amó Dios a Israel, no
porque fuera un pueblo sabio y fuerte o más hermoso que otros pueblos, sino
porque lo escogió, hizo un pacto con él y lo hizo suyo; Dios no se ha olvidado
de Israel a pesar de su infidelidad. Ahora, pensemos cuánto nos ama a nosotros
que envió a su Hijo a morir por nuestros pecados y a través de su sacrificio
estableció un nuevo pacto para darnos una vida nueva y eternidad.
Los
creyentes somos preciosos a sus ojos; su complacencia está en nosotros sobre
cualquier cosa, porque fuimos lavados con la sangre de su Hijo. Aunque pasemos
por dificultades en este mundo nos afirma que está con nosotros. Nos creó
haciéndonos especiales, nos redimió y llamó por nuestro nombre para que
fuéramos de Él. Somos como la niña de sus ojos, porque nos amó sin medida y se
entregó por nosotros.
Pensemos que
por amor hacemos sacrificios por nuestros hijos que no haríamos por otras
personas; esta es la manera en que Dios nos ama. Y quizás nos preguntemos: ¿por
qué, aun amándonos así, permite sufrimientos en nuestra vida?, porque como
padres también tenemos que dejar que nuestros hijos se enfrenten a dificultades
para que crezcan y sepan desenvolverse, pues no podemos solucionarles todo
siempre. Dios sabe que vivimos en un mundo en conflicto y tenemos que aprender
a creer y confiar en Él a pesar de las circunstancias, con la seguridad de que
siempre está a nuestro lado.
Dice también
“todos los llamados de mi nombre; para gloria mía los he creado, los formé y
los hice”, por lo que debemos entender que, al ser redimidos, llevamos su
Nombre como hijos de Dios y se nos da un propósito en la vida, ya que nos creó
para su gloria, para vivir según su voluntad y obedecer sus mandamientos
reflejando su gloria en esta tierra. Oración.
«Gracias
Padre por amarme primero, darme a conocer tu amor a través del sacrificio de tu
Hijo por mí en la cruz y derramar ese amor sin medida en mi corazón por medio
de tu Santo Espíritu. Al rescatarme de las tinieblas me has dado un nuevo
comienzo y propósito de vida, manifestar tu gloria donde quiera que esté.
Ayúdame a obedecer siempre tu voluntad, porque tus caminos son perfectos. En el
nombre de Jesús, Amén. Difundiendo el
mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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